El ICD no quiere que la Escalada coma en la misma mesa (que por cierto pagamos todos, incluida la Federación de Montaña), y ofrece, sin decoro alguno, el puño antes que la palabra, porque...¿a quién importan unos cuantos niños? Cerrar la escuela deportiva ya fue una canallada, pero cerrar el Rocódromo es un acto hostil, se mire como se mire.
El Rocódromo, además, es el centro de trabajo de algunos jóvenes que en su día aprobaron la FP de deportes y a los que, desgraciadamente, el ICD no les ofrece ningún futuro que no pase por los despachos primero. Al negarle la subvención a la Federación, niegan su puesto de trabajo a estos chavales a quienes 230 euros mensuales, le salvan, al menos, la luz y el agua de sus casas. Pero es que, además, resulta que aman ese trabajo con los más pequeños, a quienes infunden valores que debería respetar el mal llamado Instituto Ceutí de Deportes.
El tiempo será el juez de todo cuanto sucede. Las elecciones llegarán y no sería justo pedirles el voto a quienes han perdido su deporte, su Rocódromo, su ilusión y su trabajo.
Como dice un amigo mío, más de pueblo que la torre de la iglesia, "el tonto sigue la verea y..., o se acaba, o la revienta". Y a buen entendedor....