Esta obra, elaborada por el neurocientífico Facundo Manes y por el semiólogo Mateo Niro, trata sobre la complejidad del funcionamiento del cerebro humano, “la estructura más compleja en el universo”, esa “computadora” central que controla todas las funciones de nuestro cuerpo. Adelanto mi conclusión: es valiosa por su rigor científico, por su claridad y por su contenido práctico. Desde que Santiago Ramón y Cajal propuso el concepto de “cerebro plástico” y demostró que es un órgano en permanente renovación, los neurólogos siguen profundizando en su funcionamiento y los investigadores de las Ciencias Humanas aprovechan los descubrimientos para aplicarlos a sus respectivas disciplinas: a la neuroética, neuroestética, neuropoética, neurorretórica, neurolingüística, neuroeconomía y, por supuesto, a la neuropsicología y a la neuropedagogía. Todos parten del supuesto de que, de igual manera que las Ciencias Humanas han de apoyarse en las Ciencias Naturales, éstas también han de pedir ayuda a las Ciencias del Espíritu con el fin de cumplir la tarea de iluminar la vida de los ciudadanos actuales.
Nuestra experiencia común nos confirma la tesis que la Neurología ha demostrado: que no podemos definirnos como máquinas biológicas que operan de manera automática, sino como seres que, en cierta medida, somos capaces de influir en nuestra constitución personal. Los seres humanos y las sociedades humanas somos, por lo tanto, el producto y a la vez los productores de nuestras arquitecturas cerebrales. Esta concepción dinámica e interactiva posibilita la elaboración de programas científicos interdisciplinarios y, a través de ellos, se propicia una vía de desarrollo cultural y científica de los valores humanos.
No podemos definirnos como máquinas biológicas que operan de manera automática, sino como seres que, en cierta medida, somos capaces de influir en nuestra constitución personal
Los autores de esta obra, tras explicar las nociones de emoción, sentimiento y razón, memoria, percepción y atención, nos señalan cómo el cerebro está constantemente tomando decisiones y cómo la creatividad humana, el pensamiento crítico la empatía adaptan las conductas a escenarios cambiantes. También nos advierten cómo algunos saberes básicos de las Ciencias Humanas son imprescindibles cuando nos enfrentamos con las situaciones límites de la vida: con la soledad, con el silencio, con el sufrimiento, con el amor, con la enfermedad y con la muerte.
Tras las crisis de la pandemia es posible que nos volvamos más individualistas o más solidarios por eso, nos advierten: “Es necesario pensar de nuevo sobre nosotros mismos. Y, a partir de esto, esforzarnos por desarrollar un espíritu colectivo más robusto que pueda hacer frente a las consecuencias de esta crisis y también prepararnos para futuras amenazas. Salir de esto fortalecidos es un enorme desafío, porque se trata de abordar las consecuencias físicas, psicológicas, económicas y sociales al mismo tiempo de reconocernos nuevamente”. p. 13
Esta obra es oportuna porque nos responde de manera sorprendentemente clara a preguntas que muchos de nosotros nos hemos hecho sobre los efectos de esta pandemia en las personas y en la sociedad como, por ejemplo, la relación entre nuestros pensamientos y nuestras emociones, sobre los miedos, sobre la relación del cerebro con la violencia, sobre el estrés o sobre la memoria y sobre la posibilidad de que “las máquinas lleguen a ser más sabias que los seres humanos”.