La Guardia Civil requisaba ayer las redes ilegales y artes que incumplen la normativa y que llevaban siendo usadas por los pesqueros marroquíes desde hace tiempo. El mismo que llevan provocando las muertes y mutilaciones de delfines de las que tanto se han hablado y más se han ignorado. El único que no veía esos pesqueros era el Gobierno. Porque la Guardia Civil sí que los veía, como también recibía las quejas o denuncias de otros aficionados a la mar advirtiendo de las redes que estaban empleando, de su ilegalidad y del peligro que suponían para los cetáceos pero también para la tripulación de cualquier barco que se topara con ellas. La diferencia es que las altas esferas no ordenaban la intervención y aquí vivíamos en ese ambiente tan peculiar, tan extraño y tan jodidamente insultante que acostumbra a respirarse en Ceuta para muchos de los asuntos de los que ni se puede hablar, ni se puede casi opinar, ni mucho menos actuar. La pesca ilegal estaba ahí, las denuncias también, pero la Guardia Civil no se llevaba a esos pescadores a la base del Servicio Marítimo para su inspección cada vez que hacían lo que querían mientras Marruecos se mostraba como cumplidor de la normativa europea, fiel protegido de sus fondos y ayudas económicas. Lo de siempre.
Aunque algunos sacaron ayer la bandera de España a relucir y solo les hizo falta solicitar una nueva estatua dedicada a la Guardia Civil pero esta vez en medio del mar y mirando a Castillejos por si las moscas, la duda que persiste es si esta actuación será un simple gesto y hoy, mañana y pasado seguirá viéndose la escenificación de la máxima ilegalidad en nuestras aguas como si no pasara nada. ¿Seremos la comparsa de carnaval de toda la vida con exhibición incluida o empezaremos a parecer medio normales? A mí, sinceramente, es lo que me interesa saber.
Una pica en Flandes y las autoridades de aquí no se hacen eco de lo que pasamos. Aunque los medios locales saben bien del apagón informativo intencionado en la ciudad. Es más que obvio que no transciende nada. Ese gusto por aislarnos de nosotros mismos.
Flor de un día Carmen. En un par de días los tenemos aquí otra vez.