Para la historia de las Fuerzas Armadas el primer salto paracaidista sobre Tiliuin fue un hecho histórico y, además, brillante, por el éxito que tuvo dicha operación, que fue denominada “Pañuelo”, pues equivalía a lanzamiento paracaidista en un espacio tan reducido como su nombre indica. Así, no hubo que lamentar bajas, y ello a pesar de que tenían al enemigo en sus propias narices.
LA MADRUGADA DEL 28 DE NOVIEMBRE DE 1957
Cuando las manecillas del reloj marcaban las 2.00h de la madrugada, la II Bandera Paracaidista recibe una orden del Estado Mayor del África Occidental Española con el fin de que esta Unidad estuviera alerta para realizar una operación aerotransportada.
El entonces Capitán (fallecido de Coronel) Juan Sánchez Duque, sintió una enorme satisfacción al haber sido elegida su 7ª Compañía para esta importante misión. Además, él contaba con una gran confianza en sus hombres, a los que trataba y quería como a sus propios hijos y, recíprocamente, los “paracas” lo admiraban y querían como a su propio padre.
El escrito “secreto” de la 3ª Sección de Estado Mayor número 3715-B en el Cuartel General de Sidi Ifni detallaba que a las 15:00 horas del día antes citado, se trataba de una maniobra de aerodesembarco sobre el Puesto de Tiliuin; cercado por el enemigo. Fue elegida la 7ª Compañía de la II Bandera, compuesta por dos Secciones, un pelotón de ametralladoras, un pelotón de morteros de 81 mm, transmisiones y sanidad, dotados con pistolas, 10 subfusiles, 6 fusiles ametralladoras, 54 mosquetones, 120 cartuchos por individuo, 350 cartuchos de 9 largo por individuo, 50 cartuchos pistolas por individuo y 590 cartuchos de 7.92 por individuo fusil ametrallador.
El mando de esta 7ª Compañía no podía haber recaído en su mejor Jefe, con el valor acreditado en dos guerras en España y en la División Azul, lo recuerdan sus antiguos paracas como exigente pero, ante todo, tremendamente humano, le rodeaba una aureola de admiración ciega. Hoy, después de más de medio siglo, en la mente y corazón de quienes fueron sus subordinados se mantiene vivo el recuerdo de aquel primer salto de guerra. Tanto es así que el fallecido Juan Sánchez Duque tenía gravado, en unos mosaicos de su chalet de una playa de Huelva “Tiliuin 1957” donde, con alguna frecuencia, cuando aún vivía, era visitado por muchos “paracas”.
Aquellos “paracas” de la 7ª Compañía ratificaron con su conducta lo que es el valor que, aunque posiblemente antes del salto tenían un nudo en la garganta, hicieron realidad aquello de “… El verdadero valor consiste en prever los peligros y despreciarlos cuando se hacen inevitables…” (Fenelon)
CINCO JUNKERS SOBRE TILIUIN
Según consta en el Diario de Operaciones de la II Bandera Paracaidista, a las 6.30 del día antes citado, la 7ª Compañía era revistada por el Comandante-Jefe, Tomás Pallas Sierra, y las palabras que les dirigió sin duda alguna les infundió a sus hombres mucha confianza y una moral muy alta aunque, sin poder evitarlo, también emoción y nervios y allí estaba entonces el Páter entonces Teniente, Pablo Cabrera Arias para que, los que quisieran se confesaran. Era una Misión muy importante, pues había que rescatar a los defensores de Tiliuin cercados por el enemigo en cuyo puesto, además de militares, había también mujeres y niños.
El Capitán-Jefe de la 7ª Compañía tuvo el privilegio de contar con tres magníficos profesionales, los Tenientes de las Secciones Gustavo Calvo Goñi, Pedro Soto del Río y Juan García Andrés, los cuales tenían una fe ciega en sus Caballeros Legionarios Paracaidistas.
Eran las 11.25 de la mañana del 29 de noviembre, cuando los cinco “Junkers” sobrevolaban la zona de lanzamiento de Tiliuin. Con anterioridad cinco bombarderos “Heinkel” habían ametrallado y bombardeado sobre los lugares donde se refugiaban los atacantes del Ejercito de Liberación Marroquí, ello con el fin de ahuyentar al enemigo.
Listos para saltar, aquellos 70 paracaidistas sentían una gran emoción y, aunque tranquilos, muchos de ellos iban rezando para conseguir el éxito de este primer salto de guerra, y también deseaban llegar a tierra para liberar a sus compañeros de tiradores y policía que llevaban varios días cercados por el enemigo. Ellos, y solo ellos, iban a tener el alto honor de ser protagonistas del primer salto de guerra en la historia de las Fuerzas Armadas.
En la segunda pasada, a unos 200 metros, iban cayendo los primeros paracaidistas, entre ellos, un tinerfeño; Emilio Pascual Hernández. Así, iban cayendo en los puntos previstos, excepto el Capitán Juan Sánchez Duque que, junto con otros ocho paracaidistas más, cayeron a unos 200 metros del Puesto de Tiliuin y, aunque recibieron esporádicos disparos de fusil enemigo, no les alcanzaron.
El Teniente-Jefe de la 2ª Sección se lanzó con un grupo de paracaidistas sobre un poblado cercano donde les hostigaban los enemigos y, a su vez, protegiendo la patrulla del Capitán Sánchez Duque.
Una vez reunidos, se procedió a entrar en el puesto de Tiliuin. Es imposible narrar la escena que se vio: sitiados y paracaidistas se fundieron en abrazos con muchas lágrimas no solo de soldados, sino también de mujeres y niños.
Otro momento emocionante fue cuando llegaron los Legionarios de la VI Bandera con su Comandante-Jefe al frente: Enrique Leon Gallo, aun con fuerzas, del Batallón “Soria 9”; se iniciaba la marcha hacia Sidi Ifni.
Es triste que el comportamiento de estos bravos soldados hoy esté relegado en el olvido. Sin embargo, un prestigioso militar inglés así opinaba “…El ejército español es el que posee las más antiguas y bellas tradiciones de Europa, cosa que en España tantos desconocen…”. (General Montgomery, Lord del Alamein).