Son solo unos metros los que tienen por delante. Unos metros que separan la ciudad en la que están atrapados, Ceuta, de la libertad de volver a su país, aunque sea nadando y enfrentándose, después, a una cuarentena. Este viernes, un día muy especial para la comunidad musulmana por celebrarse la Pascua del Sacrificio, uno de estos atrapados aprovechó para volver a su país. Uno más de los que ya lo han intentado y conseguido, bordeando el espigón del Tarajal o el de Benzú.
En algunos casos la rápida reacción de la Guardia Civil impide que lleguen a la meta pretendida, pero en varias ocasiones consiguen cruzar a Marruecos, algo que en las últimas horas ha logrado media docena de marroquíes en vísperas y jornada de su fiesta por excelencia.
Marruecos mantiene cerrada no solo la frontera, sino también la posibilidad de repatriación de los súbditos atrapados en Ceuta y Melilla. Ninguno regresará, de inmediato ni a corto plazo, a su país por las puertas fronterizas de las dos ciudades hermanas. Mientras, habitan los lugares convertidos en albergues ocasionales sumando días desde el 13 de marzo, cuando el cierre fronterizo les obligó a permanecer en una tierra que no es la suya sí o sí, sin posibilidad de cambios.
Lo grave de los pases que se van repitiendo a diario es la peligrosidad que los rodea según las jornadas elegidas para escapar a nado. Las advertencias que se les hacen son constantes: se están poniendo en peligro, pero ver que su país está a solo unas brazadas les anima a seguir buscando la forma de simular, primero, ser unos bañistas para, después, escapar a la carrera y llegar, como sea, a su propio país. De nuevo pasan las horas y los días sin cambios, arrojarse al mar es la única posibilidad que tienen de, al menos, buscar una escapada.