“Dios ha escuchado mis oraciones”, decía con una amplia sonrisa Christopher Onwugharam. Lo hacía a las puertas del CETI, minutos antes de montarse en la furgoneta que le llevaría a él y otros compatriotas del campamento al puerto. Destino: Murcia. Razón: ha sido elegido para formar parte de las salidas a la península de las que se benefician los colectivos de riesgo. Y Christopher, a sus casi 60 años, cumple a rajatabla este perfil. “Estoy muy contento”, señalaba. Y ciertamente lo estaba. Para él empieza una nueva vida. Una etapa que comenzará en Torrepacheco (Murcia) a donde marchó ayer acompañado de miembros de una oenegé que ayudará al grupo a orientarse en la península y, quién sabe, a buscar un trabajo. Allí tendrá más facilidades que en Ceuta y allí puede que le resulte relativamente fácil buscar trabajo de agricultor. Es lo que este somalí sabe hacer porque es lo que hacía en su tierra hasta que tuvo que escapar para evitar que su tío le asesinara, como hizo con su propio padre.
A Christopher le quedan años por delante. Una vida bien distinta a la que ha tenido hasta ahora y en la que espera poder localizar a su familia. Y es que desde que escapó de Somalia, el ‘abuelo’ del CETI nada sabe de su esposa y cuatro hijos. Ahora, en Torrepacheco, si la vida decide mostrarle su cara más amable y encuentra trabajo, luchará por saber dónde están y por traérselos a España. A expensas de que eso suceda, Christopher agradece a Dios que le haya escuchado y lanza un mensaje de agradecimiento a todos los que le han apoyado durante este año y medio que ha permanecido en el campamento después de que consiguiera entrar a Ceuta a nado.
Durante el viaje, Christopher y sus compañeros -un total de cinco- estuvieron acompañados por un responsable del CETI y una trabajadora social. Ya en Algeciras les esperaban miembros de la oenegé CEPAIM, que se encargaron de su traslado a la casa de acogida que tienen en Torrepacheco. CEPAIM trabaja con la Secretaría de Estado de Inmigración por lo que puede acceder a un cierto nivel de información de la aplicación informática ‘Siria’, consiguiendo así orientarles y ayudarles en la búsqueda de un trabajo. Cada inmigrante viaja con su expediente particular en el que se incluyen los cursos en los que ha participado y se refleja su nivel de integración. Los trabajadores del CETI hacen un perfil de cada inmigrante que se refleja en una especie de base de datos clave en la atención que luego se presta a los internos.