Rafael Delgado / Ceuta
Ayer por la mañana los trabajadores sanitarios de Ceuta se concentraron a las puertas de los distintos centros de salud de la ciudad en protesta por las recientes agresiones que ha sufrido el colectivo reientemente y para demandar que el INGESA incremente las medidas de seguridad.
En el centro médico del Tarajal, escenario de numerosos incidentes, una veintena de empleados desafiaron el frío y pararon durante unos minutos en un ambiente de indignación contenida. “Nosotros no podemos hacer como la empresa de autobuses, que deja de prestar servicio si les tiran piedras. Si hiciésemos lo mismo perderíamos el empleo y nos imputarían un delito de denegación de auxilio”, comentaba un trabajador del centro.
A los pocos minutos llegaron noticias sobre la convocatoria paralela que se estaba realizando en el Hospital Universitario. Algunos de los presentes recibieron llamadas de compañeros que les aseguraban que algunos trabajadores estaban mostrando su disconformidad con los dirigentes del INGESA, quienes se habían sumado a la concentración.
En el Tarajal estaban representados varios colectivos laborales: Comisiones Obreras, el sindicato de funcionarios CSI-CSIF y la central de enfemería SATSE. Encabezando la delegación de SATSE, sindicato del que partió la convocatoria de ayer, se encontraba Elisabeth Muñoz, presidenta de la Junta de Personal, quien valoró la concentración: “Se ha desarrollado para manifestar nuestra repulsa ante unos hechos que se están produciendo en todos los centros médicos de Ceuta, aunque los últimos problemas hayan sucedido en el ámbito del Centro de Salud del Tarajal”.
Según Muñoz, la dirección del INGESA minusvalora el problema e intenta ocultar su verdadera dimensión a la opinión pública. “Es innegable que se producen agresiones verbales a diario en todos los centros de salud y en el Hospital Universitario de Ceuta. Todos recordamos las últimas agresiones al vigilante de seguridad, a la celadora, a una enfermera que atendía una asistencia a domicilio. El problema es un hecho generalizado, pero el INGESA mantiene su negativa a aceptar la realidad y sigue hablando de hechos eventuales que se producen muy de vez en cuando. Lo cierto es que las agresiones verbales son diarias y las agresiones físicas o los ataques a los materiales de los trabajadores se repiten con demasiada frecuencia”, denunció la responsable sindical.
Elisabeth Muñoz respondió también a las recientes declaraciones del INGESA, acerca de que los problemas de seguridad no derivan de una dotación insuficientes de efectivos en vigilancia: “Desde el SATSE seguimos negando que haya un número acorde de vigilantes de seguridad. De hecho, en la última agresión que se produjo para reducir a una señora con una fregona se tuvó que utilizar a la mitad de la plantilla de vigilantes que había en ese momento en el hospital, es decir, tres. Y la señora, no olvidemos este dato, iba armada con una fregona. ¿Qué habrían tenido que hacer si la mujer hubiera empuñado un arma blanca?”, preguntó la representante.
Más allá de los efectivos de seguridad, la presidenta de la Junta de Personal exigió un reforzamiento completo de las medidas de vigilancia e hizo especial hincapié en que el INGESA debía dotar a los trabajadores de vehículos para realizar las atenciones que requieran desplazarse: “Tiene que haber más vigilantes, más cámaras, mayor seguridad y vehículos para que los enfermeros no tengan que utilizar sus vehículos propios en los servicios en domicilios porque los daños ocasionados en los mismos no los paga el INGESA. Si tienen que aparcar urgentemente para hacer un domicilio y les ponen una multa, no lo paga el INGESA. Encima, en concepto de gasolina sólo abonan una cantidad ridícula. Todavía peor, el año pasado varios vehículos propios del personal fueron arañados, golpeados y la semana pasada robaron el coche de una enfermera ”, aseveró.
Muñoz terminó su intervención abogando por implementar un sistema de arcos y escáneres: “El arco de seguridad puede ser aconsejable en determinados centros de salud. Pero claro, un arco de deteccion de metales sin un escáner al lado es totalmente absurdo porque el vigilante no puede registrar a esa persona. Si no hay un escáner para meter los bolsos con los que se accede al centro, un arco de metal sólo sirve para estorbar”, concluyó la portavoz de los trabajadores.
También se manifestó ayer el responsable de la Delegación de Sanidad de CCOO en Ceuta, Ángel Lara, quien enmarcó las concentracionescomo una forma de “poner de manifiesto nuestra exigencia de que, de una vez por todas, se tomen las medidas necesarias, por parte no sólo del INGESA sino también de la Delegación de Gobierno, para que se garantice que los trabajadores no sean agredidos en su centro de trabajo”, dijo el representante sindical.
Respecto al rechazo que mostraron algunos empleados a la presencia de los directivos en la concentración, Lara aseveró: “Estos directivos se han dedicado a decir que la plantilla es suficiente. Además tenían el compromiso de completar la plantilla en un plazo de tres años y se ha incumplido. Quizás por esto los trabajadores culpen en cierta parte a los directivos de esta situación, se vayan y no quieran estar ni a su lado. Es triste y lamentable, pero es así”, sentenció el sindicalista.
Por su parte, el INGESA reiteró en el día de ayer su solidaridad con los trabajadores agredidos y aseguraron que estaban trabajando en la mejora del sistema de vigilancia y seguridad.