El PP enviaba en la noche del jueves un comunicado que, bajo el título ‘No todo Vale’, venía a servir como anuncio de una denuncia del partido y del propio Juan Vivas por difamaciones en redes sociales. Imagino que al alcalde de este pueblo le habrá dolido lo más grande la difusión de una noticia falsa que además afecta a lo que uno más quiere en este mundo, la familia. Cuando uno es un personaje público le salen callos a diario y hasta llega a creer que va en el sueldo eso de que te ataquen, humillen e insulten cuando no es así. No va, nadie tiene que pagar esta pena virtual porque sí.
La mal entendida libertad de expresión encontró su mejor morada en las redes sociales, acogiendo a una jauría de hienas dispuestas a atacar sin miramiento. No hay control ni medida. Uno se puede meter en una red social y escribir lo que le plazca, publicar y esperar a que ese comentario corra como la pólvora. Los ‘me gustas’ tienen el efecto de las drogas, aportan ese subidón necesario para que esos agradecimientos virtuales no hagan sino elevar el nivel del insulto, buscando nuevos aplausos y más seguidores con otras publicaciones mientras se la cobardía se oculta detrás de un teclado.
Antiguamente los periódicos publicábamos las cartas al director que reflejaban las opiniones bien escritas, sin faltas de ortografía y firmadas con nombre y apellidos. Se permitían los pseudónimos pero avalados por un DNI porque el autor era responsable de lo que escribía, lo que venía a constituir un aval. Ahora cada vez hay menos cartas que cumplen estos esquemas básicos, porque ahora los derroteros sociales se mueven en publicar opiniones en redes sociales nacidas del primer impulso, generalmente mal escritas y peor reflexionadas, además de cargadas de importantes dosis de mala leche -por ser fina-. Maldad, insultos, medias verdades, chismes... Esto da forma a un mensaje al que se le da no solo una acogida social sino que se aplaude, se comparte, se difunde masivamente hasta aparentar una verdad que acostumbra a derrumbarse con la amenaza de los tribunales.
No, no todo vale. No vale ni la difamación, ni el insulto, ni el ataque gratuito a la familia, ni tantas y tantas cosas que esta sociedad ha terminado por convertir en verdad absoluta con forma de @.