Las costumbres de nuestros abuelos siempre han sido un arraigo bastante consolidado para que esas tradiciones no caigan en el olvido. Por este motivo una mujer madurita de 82 añitos recién cumplidos, Encarnación Guerrero Herrera, este pasado 2 de abril, a parte de su clásico aburrimiento por el confinamiento, hizo posible escenificar en una terraza un símbolo inequívoco de que el mes de mayo ha llegado a los alegres corazones de nuestras ciudades. Terminada la cruz la ha expuesto en su ventana, en el bloque número 24 de Juan Carlos I.
Se trata de la imagen de una Cruz, cristiana, hecha a base de flores. Aunque sea populismo, es una forma de decir que nuestros emblemas sirven también para alegrar los días. No fue el calvario donde un hombre fue crucificado. Fue el principio de una religión que ya llevamos más de dos mil años.
Alrededor de estas olorosas flores que pueden ser claveles o clavelines, normalmente se irrumpe con el folclore típico andaluz. La música de las sevillanas, el baile típico, los instrumentos suenan con esos hombres que saben sacar de esas cuerdas y esa caja las melodías que nos hacen respirar felicidad. Esa libertad de entrar en el mundo de los sentimientos, sea o no con el guiño de un buen vino o cervecita para que nuestra cara cambie a un modo de alegría. Esa que cada día queremos tener entre nuestro cuerpo. ¿Qué seríamos sin esos momentos inolvidables?
Sus hijos le han ayudado a traerle todos los detalles que le hicieron falta para poder darle luz a ese pequeño altar lleno de devoción, culto y mucho amor por todos los demás. Ella tiene de sobra y siempre lo ha dado sin pedir a cambio nada. Yo creo que es una iniciativa muy bonita hecha por esta vecina de la barriada Juan Carlos I. Su idea es que todos admiren está pequeña obra de arte que ha hecho realidad nuestra querida Encarna. Que tengas muchos días como este donde tu expresión artística haya sido vista por tantos hombres y mujeres. Te aplaudimos desde estas pocas de letras. Tú sí que vales. Un gran beso MAMÁ.