Aprovecho para informar que el colectivo de usuarios de Acefep estamos manteniendo el hilo de normalidad gracias a los avances de la telemática. Es verdad que ese referente diario que supone la compañía se echa de menos, y que puede generar sensaciones de extrañeza; pero esperemos que la situación se reconduzca en un breve lapso de tiempo, y no haya ocasión para la gravedad.
Espero, asimismo, que mi deseo no se confunda con la irrealidad, y pronto volvamos a cruzarnos las miradas, que serían las de un profundo amor, y de un profundo alivio.
Está escrito que la sociedad está llamada a engrasar de nuevo los engranajes del funcionamiento, pero la situación sobrevenida nos obliga a examinar los límites de lo que conocemos como “felicidad”.
Los que siempre hemos pensado que las pequeñas cosas, y los gestos humildes, esconden grandes victorias, nos reafirmamos en la opinión; y es quizá la enseñanza que querido darnos la vida: la humildad como unidad de destino.
También, los que hemos dedicado un espacio de reflexión a buscar esa sustancia mágica que es la felicidad, encontramos por fin una respuesta: la felicidad se haya en la normalidad; la razón que alimenta las constantes vitales del devenir humano.
Anteriormente, pensaba que la felicidad era una proyección al infinito de nuestras esperanzas, y por tanto, algo relativo e indefinible. Pensaba entonces que teníamos que intentar la definición en una proyección hacia lo posible, es decir, hacia el bienestar.
Aún así, percibía que el vehículo para alcanzar un bienestar basado en la normalidad no era suficiente, y había que partir hacia nuevos horizontes. Teníamos a la normalidad ante nuestros ojos, y no percibíamos su grandeza.
Los que hemos experimentado un sufrimiento insondable por causa de un malestar psíquico tenemos una especial sensibilidad para valorar la mina de riqueza que supone la sencillez. Ahora todos abrimos los ojos del deseo y nos conformamos con la cercanía de la normalidad.
Los límites de la felicidad se han desmoronado, y ahora vemos el verdadero significado de tener derecho a la educación, a la salud, a una vida independiente, a volver al hogar después de una dura jornada de trabajo. ¿Dónde ha quedado lo que nos diferencia?
Dada la escasez de recursos, la vuelta a la normalidad será una tarea hercúlea, pero al menos hemos descubierto el valor de lo que teníamos, y de lo que podemos ofrecer.
En Acefep trabajamos para que la salud mental forme parte de la normalidad. Por lo demás, aprovecho para desear el mejor de los desenlaces a todos y todas los que formamos parte de la comunidad ceutí.
Ya sabéis que si algo flaquea en tu salud mental puedes contactar con nosotros en el terminal 608 23 72 11.