Un cartel informativo, escrito en árabe y español, junto a la retirada de los guardias civiles en horario nocturno marcan las nuevas órdenes aplicadas al paso de Benzú que, desde el pasado 1 de diciembre, permanece cerrado desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana.
La pareja de efectivos de la Benemérita que custodiaban la zona para atender cualquier tipo de emergencia ya ha dejado de hacer servicio y se ha procedido a la retirada de los materiales básicos que eran usados por el Instituto Armado en este punto.
Esta nueva situación tiene una consecuencia. Aquellas historias de embarazadas que cruzaban a punto de parir el paso y que, incluso, llegaron a dar a luz en la garita de los guardias no se volverán a suceder, como tampoco cualquier tipo de entrada que, por causas excepcionales, pudiera permitirse por esta zona. Sencillamente los guardias dejan de estar físicamente en este punto quedando el paso vigilado a través de las cámaras del COS que se coordinan desde el Tarajal y las patrullas terrestres que frecuentan la zona.
La población transfronteriza que utiliza a diario este paso, junto a varios escolares y un par de imames, ya conocen de esta nueva situación, de la que se informa, además, a través de un cartel fijo.
Fuentes del Instituto Armado han negado que este cambio de orden signifique el preámbulo de un futuro cierre total del paso. Algo que ni por asomo baraja, siquiera, la propia administración central. Más bien se encuadraría en un ahorro de costes debido al gasto que supone el mantenimiento de la vigilancia en Benzú sólo con presencia física de unidades de la Guardia Civil. Cifras que alcanzan los 57 millones de las antiguas pesetas al año por mantener a los cinco hombres que en turnos de 24 horas llevan a cabo este servicio fronterizo.Del paso por Benzú se benefician no más de sesenta personas.
De presiones, piedras y cambios
La historia que rodea al paso de Benzú ha estado salpicada de hechos noticiosos. Existente como paso de tránsito de mercancía, fue cerrado por la Delegación del Gobierno ante las continuas denuncias efectuadas por la Asociación Unificada de Guardias Civiles debido a los apedreamientos que sufrían las fuerzas de seguridad. Las presiones eran cuantiosas, y hasta se dio lugar a intervenciones policiales al detectarse la actuación de grupos organizados para el tránsito de indocumentados o drogas.