Cuenta la leyenda que una vez el Señor dijo a los animales y a los hombres (que vivían todos juntos) que había llegado la hora de separarse y que se abriría una grieta en el suelo y que cada uno -hombres y animales- debían unirse cada cual con su especie. Comenzó a formarse la grieta en el piso y cada animal salto hacia donde estaban sus pares. En el último momento cuando ya casi no se podía cruzar la grieta el perro decidió que su lugar era junto al hombre y arriesgando su vida salto hacia el otro lado eligiendo vivir junto al hombre para siempre y dejar de ser un animal salvaje y libre.
Este es un extracto de la leyenda con la que los humanos han querido dar una explicación al vínculo que une a los hombres con los animales. Sea o no veraz el hecho es que hay canes a los que les resulta imposible, o casi, superar la ausencia de quien siempre ha sido su amo. En la Protectora se concentran casos de mascotas cuyos dueños han fallecido en los últimos meses y a los que resulta complicado buscar una adopción. Es el caso de Tony. Un perro husky siberiano, de 10 años, que lleva un mes recogido en las instalaciones de la barriada Postigo. Su dueño falleció hace unas semanas en la UCI, víctima de un trágico accidente. Era el hombre que fue atropellado en Villajovita por un camión, perdiendo en el momento una de sus piernas y sufriendo múltiples traumatismos y lesiones incompatibles con la vida.
Tony era su perro. Un perro “muy pegado al dueño”, apunta el presidente de la Protectora, Juan Tusset. Fue trasladado a estas instalaciones nada más producirse el accidente con la esperanza de que fuera recogido por su dueño una vez que saliera del Hospital. Esa salida nunca se produjo y ahora Tony forma parte de esos canes marcados con la etiqueta de ‘especial’ debido a su conducta. No permite que nadie le acaricie -de hecho, ayer, fue la primera vez que consintió que alguien le rozara el cuello-. Vagabundea por la Protectora, aullando, escondiéndose de los trabajadores y mirando nervioso a la puerta. “Si pudiera se escapaba y se iba hasta Villajovita a buscar a su dueño”, apunta Tusset. Cuando se le muestra la correa de paseo “se pone contento”, quizá porque piense que se va a reunir con quien estuvo diez años a su lado.
Tony es uno de esos perros de difícil adopción. Ya no porque no cumple con el tipo de mascota pequeña, sino por su edad y por el trauma derivado de la pérdida brusca de lo que era su modo de vida. ¿Podría morir de pena? En la Protectora creen que no. Está más delgado, es asustadizo, pero apuestan porque superará la prueba, aunque no las tienen todas consigo. La mejor de las salidas sería que alguien le adoptara. De ahí este reportaje, de ahí estas líneas. Es una forma de sacar a la luz esos ‘pequeños dramas’ que vivieron los humanos y que dejaron atrás otras víctimas en el reino animal.
Lo mismo le sucede a otra perra que hace unos meses trasladaron a la Protectora. Su dueño murió de un derrame cerebral. Desde que se encuentra en la barriada Postigo no sale de la pequeña caseta en la que se encuentra recluida. Solo lo hace para comer, el resto del tiempo se oculta. Con los ojos tristes mira a su alrededor y evita relacionarse con los demás canes.
Tusset recuerda que ha habido casos en los que los canes trasladados tras la pérdida trágica de sus dueños han perdido el pelo o han terminado generando auténticos casos de depresión.
En este cúmulo de historias negativas en las que la adopción resulta complicada también se han encontrado soluciones. Así ha sucedido con la reciente adopción de un perro al que le faltaba una pata o una perra de agua, ciega de nacimiento, que había permanecido sus quince años de vida junto a su dueña. Tras la muerte de ésta fue trasladada a la Protectora. En breve saldrá para ser acogida en una casa de Barcelona. Para la sociedad se ha conseguido clavar ‘una pica en Flandes’. Gestiones de este tipo que suponen salvar la vida a un animal no se alcanzan todos los días.
“Colocar a los cachorros es fácil, duran bien poco. Lo complicado son casos de este tipo”, apunta Tusset. Una problemática que afecta no sólo a los canes. Con los gatos el problema es igual o quizá incluso mayor. La gatera de la Protectora está masificada. Decenas de gatos se entremezclan en las distintas aulas. Hay algunos víctimas de atropellos, otros enfermos e incluso uno con cáncer de piel. Colocar a los cachorros es lo fácil.