Hace muy pocos días nos acabamos de enterar de que este año volverá a haber representación española en la ceremonia de los premios Óscar; esto viene así sobre todo de la mano de dos ya clásicos y veteranos que tienen a Estados Unidos más conquistados que a su propio país cainita y criticón, poco dado además a cinematografía de manufactura propia.
Pedro Almodóvar vuelve a la alfombra roja a sus 70 años para pasear su candidatura a Mejor Película de Internacional con la flamante Dolor y gloria. La misma cinta, que parece haber encandilado a Hollywood, otorga a Antonio Banderas su primera candidatura como actor principal. El realizador manchego pelea por la estatuilla con Corpus Christi, de Polonia, Honeyland de Macedonia del Norte, Los Miserables, representando a Francia, y Parásitos, de Corea del Sur y gran favorita para ser la ganadora; no en vano, la propuesta de Bong Joon Ho opta también al óscar a ganar en la categoría de Mejor Película. No supone una novedad para Almodóvar el hecho de pasear el palmito por la ceremonia de entrega de los premios más conocidos del mundo del cine, ya que posee en su currículum, además de otros muchísimos galardones internacionales, la meritoria cifra de cinco nominaciones al Óscar, y dos estatuillas doradas en sus vitrinas. Pocos son los profesionales del gremio que pueden presumir de algo parecido. Y, todo hay que decirlo, sin llegar a la modestia, tampoco es de los que presumen a diario de sus logros, cualidad que se le agradece.
Por otro lado, el caso de Antonio Banderas ha sido para resaltar con luces de neón, puesto que a sus 59 años y tras trabajar con las estrellas más mediáticas del cine desde los años 80, le ha llegado el salto de calidad en forma de reconocimiento y aplauso por un trabajo bien hecho con este papel protagonista. Ha tenido que ser tras haber ya recibido algún premio envenenado de esos a tu trayectoria profesional, y en su reencuentro con Pedro Almodóvar, un enorme director de actores que ha sabido guiarlo, aunque lo niegue, para sacarse tics de encima y crecer desde la naturalidad. Lo tiene también más que difícil, con una dura pugna por la gloria con actores de la talla de Leonardo DiCaprio, por Érase una vez… en Hollywood, Adam Driver, por Historia de un matrimonio Jonathan Pryce, por Los dos Papas, y Joaquin Phoenix, por Joker, favorito en todas las quinielas. Pero que le quiten lo bailao, que dirían en su Málaga querida y natal…
Tiene toda la pinta de que las opciones de recoger cosecha son escasas mirando a la competencia, pero ya sus nombres en la lista de nominados no los quita nadie. Además, lo de “del nominado al Óscar, fulanito…” es por aquellos lares de yankilandia un título no formal casi tan prestigioso como haberlo ganado.
Igualmente difícil parece tener las cosas para recoger el premio Klaus, de la que no nos hemos olvidado y merece apartado propio en esta reseña. Pugnando con trasatlánticos presupuestarios como Toy Story 4 o Cómo entrenar a tu dragón 3, la estupenda escuela de animación española, referencia mundial, se cuela en la lista con una cinta de manufactura impecable que posee la ventaja de la originalidad con respecto a sus mayores competidoras, terceras o cuartas partes de algo ya contado…
Desde el realismo, no dejamos de desear mucha suerte a las tres candidaturas, pero el mérito ya no se lo quita nadie.