Son las primeras navidades sin mi padre. Tan duro y tan poco original como la vida misma.
Después de unas cuantas semanas de pena negra, es el momento de recordarle en las páginas del periódico de la ciudad en la que vivió tantos años. Sobretodo por la labor que ejerció como profesor en el colegio de los Agustinos de Ceuta.
Era pequeña entonces y me parecía tan normal que mis padres fueran ambos enseñantes. Con el tiempo tomé conciencia de la importante labor que supuso para un buen número de generaciones en Ceuta.
Si como dice un proverbio africano «Hace falta todo un pueblo para educar a cada ser humano» creo humildemente que mis padres, Fidel Rodríguez y Lise Rochette, contribuyeron con sus más de 20 años de labor educativa, su dedicación, su valentía, su ilusión y su cariño a formar a muchos ceutíes de bien que han multiplicado sus esfuerzos para la prosperidad de nuestra gente.
Hace unos años, en una reunión de antiguos alumnos de los Agustinos varios ex-alumnos de mi padre, ya entrados en años, se me acercaron con un brillo especial en los ojos para explicarme lo importante que había sido mi padre en sus vidas. Fue muy impresionante ver como su enseñanza, su ejemplo y su sobriedad habían impactado su futuro.
«Tu padre ha sido el mejor profesor de mi vida», «Tu padre me ha hecho mejor persona», me decían entre otras cosas con una sinceridad desarmante.
No se me ocurre mejor profesión que la de forjar mejores personas. ¡Y mira que, a menudo, no es fácil! Hoy quiero, como caballa, rendir un emotivo homenaje a mis padres en estas páginas por ello. Enseñantes como ellos han ayudado a que Ceuta sea un mejor lugar en el mundo y seguro que de sus clases han salido un gran número de buenas personas que multiplicarán sus enseñanzas y su ejemplo.
A mí me queda el honor de mantener su herencia de buen hacer, de caballerosidad, de dignidad y llevar su buen recuerdo por montera. Porque como decía Zwingli «Podrá morir el cuerpo pero nunca podrán extinguir el alma». Su alma vive en el porte y la sonrisa de su nieto Raúl, en la puntería al tirar a canasta de su nieto Bruno, en la destreza como amazona de su nieta Lola.
Cada destello de ellos nos ayudará a mantener su recuerdo y a que nunca se nos vaya del todo. Su herencia enraizará en otros pueblos el buen hacer educativo de sus abuelos.
Si, como decía Mark Twain, «La muerte es la única inmortal que nos trata a todos por igual, cuya paz y cuyo refugio será para todos el mismo», que nuestro empeño como buenas personas sea aspirar a ser unos cadáveres muy bien preparados: mejorando, aprendiendo, enseñando y propagando el buen hacer y el amor, que al final es lo único que importa.
Papá, ayer, ahora y siempre te quiero mucho.
Su hija Verónica Rodríguez Rochette.
Como antiguo alumno del Colegio de los Agustinos de Ceuta me uno al dolor y a la exposición de Verónica, yo nací en 1937 y no tuve el honor de conocer a sus padres, pero en mis tiempos había en el Colegio un profesor llamado D. Gumersindo Guil Valverde y su esposa, doña Paquita también daba clases de francés (al parecer análogo caso) y yo los recuerdo con todo cariño. En el año 1968 yo ya andaba por esos campos de nuestra querida Patria (soy militar retirado) y solamente te digo, Verónica, que tus padres no han muerto, están con nosotros y en el recuerdo de muchos buenos ceutíes. Un abrazo.
Un recuerdo para Don Gumersindo y Doña Paquita y un millón de gracias buen ceutí por tu comentario y por mantener a mis padres en tu recuerdo. Vero.
En Formación del Espíritu Nacional explicaba las ventajas e inconvenientes del capitalismo vs comunismo q para aquella época había q tener agallas! Lo recordaremos siempre. DEP
Gracias, de veras, por recordar su valentía. Creo que tu comentario le habría hecho estar orgulloso de ti. Vero.
Ambos me dieron clase recién legados a Ceuta, D. Fidel de gimnasia y Formación del Espíritu Nacional,y Madamme Lise de repaso de Francés en 6 º. corria el año de 1968,ya ha llovido. D.E.P.
Te agradezco de veras tu comentario Rafael. Acordarte de ellos, "con lo que ha llovido", te honra. Vero
Quienes como yo perdimos a nuestro padre siendo adolescente esta semblanza que Verónica hace de su padre me ha llegado alma, sobre todo esa despedida: "Papá, ayer, ahora y siempre te quiero mucho". Ese es el mensaje hacia su padre de una hija de bien. Dicen que quien se acuerda de un fallecido, ése jamás morirá. Han pasado casi 60 años del fallecimiento del mío y nunca he dejado de acordarme de él. Ni un solo día. Y eso que ya he cumplido muchos años. En fin, unas líneas muy emotivas de Verónica, a la que no conozco, que me han hecho emocionarme. El espiritu de su padre, allá donde se encuentre, estará orgulloso de su hija.
Andre, qué bonito escribes ! Gracias de corazón. Tu padre sigue vivo en tu memoria y ahora también en la mía. Un abrazo. Vero