La lectura de las instrucciones de los videojuegos sirvió ayer, dentro de las ponencias de la IV Semana de Infancia y Sociedad Contemporánea: Menores y Familia’, para conocer las consecuencias de la exposición de los niños a las pantallas. En este caso a la de los videojuegos. Decía la profesora titular del departamento de Comunicación y Psicología Social de la Universidad de Alicante, Victoria Tur Viñes, encargada de la conferencia inicial, que en la página 114 del manual de la Play Station, lo avisaban. “Que un pequeño porcentaje de los usuarios podría sufrir ataques epilépticos al someterse a determinadas luces. También mareos, movimientos convulsivos, pérdida de conocimiento”. Era una anécdota que se extendía. Las instrucciones pedían que si notaba los síntomas, abandonara el juego inmediatamente. Pasando las páginas del manual, llegando a la 119, “te avisan de que juegues en una habitación iluminada, algo que se sabe, también hablan de mantenerse alejado de la pantalla, algo que tampoco nos pilla por sorpresa, pero es que además te dicen que por cada hora de uso prolongado, hay que descansar la vista, al menos 15 minutos, ¿a que eso no lo sabíais?”, preguntaba la profesora al auditorio de la Facultad de Educación y Humanidades de la ciudad.
Tur no quería alarmar ayer. Lo decía continuamente. Pero sus vivencias, tras investigaciones y publicaciones, ponía la cara de pasmo a los asistentes. No se movía ni un alma en la conferencia. La profesora siguió desbancando tópicos. “Los niños prefieren jugar con otros niños antes que los viodeojuegos, la televisión o Internet, lo que ocurre es que no tienen el momento social para poder hacerlo”, explicaba. “Hoy en día no es posible que lo hagan, primero porque no tienen a uno de sus padres en la casa pendientes para observarlos mientras juegan, y segundo porque viven en un entorno urbano, peligroso, que no le permite hacer lo que hacíamos nosotros de pequeño”.
¿Y qué hay de eso de que los niños ven demasiada televisión? Mentira. Los datos de la profesora decían que unas dos horas y media al día. “Son los ancianos los que más consumen y nadie dice que se vayan a poner enfermos”. Otro tópico al suelo. Victoria Tur afiló su discurso cuando se refirió al horario protegido de las televisiones. “Es de hipócritas, lo marcan de 18.00 a 22.00 horas cuando saben que los niños consumen más televisión a las 14.30 horas y a las 22.30 horas”. A las 14. 30 horas se topan con Los Simpson. Un espacio catalogado para mayores de 18 años. Además, “un 10% de los niños ve la televisión a las doce de la noche”. Un dato que sí invitaba a llevarse las manos a la cabeza. Videojuegos, televisión e Internet. En la Red, “los niños todavía necesitan saber que hay gente buscando información, pero sobre ellos”, avisaba Tur.