Estamos en la época de la solidaridad. Todo el mundo es solidario con algo. Con los animales, con los pobres, con los mares, con los parados, con los inmigrantes, con casi todo hay gente solidaria.
Con los Rehenes del Ceti sin embargo, parece que no hay mucha solidaridad.
No, no, no hablo de ningún inmigrante allí acogido, hablo de la plantilla que trabaja en la cocina.
Una plantilla con amplia mayoría de mujeres, muchas de ellas con diferentes grados de minusvalías, para que la empresa pueda obtener varios beneficios.
Plantilla de 28 trabajadores-as, a las que hay que sumar sus familias afectadas, que no cobran sus nóminas porque la empresa Dulcinea Nutrición no les paga, o les paga mal, o a destiempo, o a pedazos.
Los bancos entran a saco cada primero de mes a cobrar todo lo cobrable, las famosas ‘trampas’.
Cada mes que va pasando se agravan los problemas, aumentan los casos de ansiedad, porque, ellos cumplen a rajatabla, día a día, con sus tareas, pero no les pagan, y nadie se solidariza a pesar de que estamos en la época de la Solidaridad.
La administración, el Ministerio, es conocedor de las irregularidades de esta empresa, y de manera ¿no encuentro la palabra, vuelve a concederle el contrato?
La empresa de facinerosos, se presentan a concurso, oferta unos eurillos menos que el resto de empresas competidoras y allí aparece el Ministerio para darle por vencedor.
Secuestrados pues, hay en el Ceti 28 familias… y ninguna solidaridad.