La reciente detención de la presunta autora del incendio en el restaurante ‘La Huerta’ y el anuncio policial de que no se descartan nuevas detenciones de implicados en el suceso, ha logrado dar un respiro al propietario del inmueble, José Rodríguez, tras 14 meses desde que se produjera el incidente que terminó con años de trabajo y un edificio que requerirá numerosos esfuerzos antes de retornarlo a su estado original.
Aunque la única detenida, de momento, es la arrendataria del negocio hostelero, en esta historia de amenazas y agresiones, tal y como recogen las numerosas denuncias derivadas del caso, Rodrigo sostiene que, posiblemente, podría haber más implicados en los hechos delictivos que ahora se están investigando y, en este sentido, apunta a un hermano de la detenida, un policía local, artífice de una de las amenazas, relacionadas con el pago de 12.000 euros en compensación por las pérdidas del negocio. “Me dijo que si no le entregaba el dinero me iba a poner todas las denuncias que pudiera y más”.
“Yo no soy carpintero, cuando trabajo no llevo un serrucho como tú, (señalando el arma que llevaba en la cintura debajo de la chaqueta) te voy a dejar como un colador”. Fueron las palabras que recoge la denuncia a la que ha tenido acceso ‘El Faro’.
Esta no fue la primera ni la última de las agresiones verbales que sufrió el arrendador de ‘La Huerta’. En una ocasión, en la que también varios vecinos fueron testigos de estas palabras, llegaron a amenazarle asegurando que “el día que se fueran de aquí me destrozaban el local y lo quemaban”.
Palabras premonitorias o no, lo cierto es que el que fuera uno de los restaurantes más demandados de la ciudad ardió la madrugada del 11 de mayo de 2009, provocando un fuego que, de no ser por la rápida intervención de Bomberos, habría traído consecuencias más que dramáticas, tal y como explica Rodríguez. “Si el fuego llega a la arboleda hubiese sido muy complicado de apagar y habría podido morir mucha gente”, explica.
Meses antes, los problemas entre arrendador y arrendatarios no habían hecho más que comenzar. Rodríguez recuerda como, a los siete meses de alquiler, se negaron a pagarle el importe estipulado, “alegando que no les iba bien y eso que yo había intentado ayudarles confeccionando una carta, trayendo a mi clientela e incluso llevándoles a mis proveedores”. Unas intenciones que, lejos de acercar a ambas partes, fueron a más, en principio con la reclamación de 12.000 euros para “cubrir gastos de cosas que habían comprado, cuando eso no es cierto porque yo les dejé el local totalmente arreglado y les hice unos trabajos de carpintería el primer mes”, e incluso llegando a las agresiones físicas. “Ella me llegó a pegar y encima me ha puesto hasta 30 denuncias por cualquier cosa que se le ocurría, desde agresiones a insultos. Tal vez alguien más estaba detrás de todo esto y la inducía a denunciarme”.
Una situación que llevó a Rodriguez a trasladarse a la península donde permaneció durante unos meses. “Sabían que padezco de corazón y apretaban más y opté por irme de Ceuta un tiempo”.
Rodriguez aún se pregunta cómo se ha podido llegar a esta situación provocada por unas personas a las que ni siquiera conocía previamente al arrendamiento del restaurante. “A veces pienso que vinieron aquí con alguna intención, para perjudicarme, quitarme el local o destrozarlo, no lo sé, no sé qué pensar”.
El local era empleado por varias personas para pernoctar
Si en un principio ‘La Huerta’ siguió funcionando como restaurante, una vez que los arrendatarios dejaron de abonar el alquiler mensual, el edificio se convirtió en algo similar a un hostal, tal y como apunta Rodríguez, ya que algunas personas llegaron a pernoctar en estas dependencias. “Lo utilizaban para dormían. Trajeron varias personas que estaban constantemente paseándose por aquí y creo que lo hacían para provocarme”.
Pero, además, Rodrigo se lamenta del estado en que quedó el restaurante cuando dejó de funcionar como tal. “Todo estaba muy descuidado, había basura por todas partes, incluso en la piscina. Dejaron aproximadamente medio metro de agua y la usaban como contenedor”. Uno de los bomberos que acudió a sofocar el incendio pagó las consecuencias de esta dejadez al caer sobre la basura y sufrir una lesión de rodilla que le mantuvo retirado del servicio durante 15 días.