El porteo ha escrito este jueves su capítulo final previo al parón de la Semana Santa. Hombres y mujeres regresan a sus casas ya que durante los próximos 7 días no podrán cruzar por ‘Tarajal II’, no podrán ejercer de eslabón de esa cadena que alimenta el negocio del tráfico de mercancía entre Ceuta y Marruecos.
En la retina de muchos quedan las imágenes, las fotografías de lo que sucede en esa línea de la vergüenza. De cómo los etiquetados como ‘mulas’ deben pasar noches enteras guardando cola para poder entrar por el tubo y obtener el tique para sacar la mercancía. Tapados con plásticos, con mantas, mezlcados entre sí, buscando el calor sin dejar apenas huecos entre ellos, protegiéndose de la lluvia pero también de cualquier tipo de abuso: desde robos hasta agresiones.
La ley del silencio
El silencio se convierte en ley en esa frágil línea que separa ambos mundos. Lo que allí sucede se calla, las denuncias no existen... tan solo los informes de las oenegés sirven para denunciar una situación tercermundista a la que incluso el propio Marruecos quiere poner el punto y final. Pero mientras tanto la supervivencia domina en un entorno fronterizo que escapa a los ojos de Ceuta pero que tiene que ver directamente con el negocio alimentado por estos eslabones humanos.
Cada vez hay más entidades sociales e incluso políticas que quieren poner voz a lo que aquí sucede, que cuestionan la situación de presión existente y que piden que se termine con este tipo de imágenes.
Pero no son voces fuertes que den celeridad a un sistema de hundimiento, de tristeza y de auténtica falta de humanidad.
Es un negocio para unos y otros y asi subsitira toda la vida, en deprimiento del que viaja haciendo turismo.
Eso lleva tiempo... Aproximadamente 4 años. Cucurul no hizo mucho por Ceuta.