El ciudadano está bastante cansado de la clase política. Tanto que el grado de abstención que puede producirse es como para tomarse en serio lo poco y mal que está trabajando la clase política. Debería preocuparles el poco enganche que tienen, debería hacerles reconducir su camino en cuanto a la estrategia que deben seguir. Muy al contrario, nos topamos con la mayor de las torpezas entre quienes parecen tomarse esta venidera campaña como un juego de niños. Lo último ha sido lo del vídeo del PP y la comparativa entre Aróstegui y Otegi. Sorprende que si para el PP el concejal es un fracasado, hayan decidido orientar parte de su campaña a erigirlo en protagonista y a hacerlo con vinculaciones tan graves como el terrorismo.
Sorprende no solo que sigan estos caminos, sino que nos hagan perder el tiempo de esta forma
Sorprende que si Caballas ni siquiera se presenta, los populares dediquen su presencia en redes sociales a hacer montajes y caricaturas elevándolos a una especie de enemigo a batir. Pero lo que más sorprende de todo esto es que nos hagan perder el tiempo con este tipo de enfrentamientos que no conducen a nada y que solo causan rechazo entre los votantes. O que luego, en comparaciones públicas, sean los propios candidatos los que se desvinculen de lo que hace su propio partido en redes sociales. ¿A qué jugamos?, ¿en qué campaña se están metiendo?
Hay convocatorias de peso como la del 28 de abril, de las que el votante espera mucho más
La historia no ha terminado ahí, el ejemplo ha continuado por los senderos equivocados. Además de estos sainetes nos hemos topado con coordinadores de campaña peleándose en redes sociales, con enfrentamientos que suenan más a guerras particulares que a un debate sano por conseguir la mayor representación sin malas artes.
Hay convocatorias de elecciones como la del 28 de abril, en las que nos jugamos tanto, que asusta que este sea el nivel ofrecido. Y es así porque con esta manera de proceder no hacen sino alimentar la abstención, el hartazgo, la desilusión y el desapego entre quienes, sencillamente, esperan algo más.