El pasado sábado tuve la desgracia de asistir en primera persona a un accidente futbolístico que tuvo su origen en el partido de fútbol entre dos equipos de aficionados disputado en el campo del José Martínez ‘Pirri’. Uno de los jugadores, que vestían de negro, al caer al suelo fruto de un lance del juego sufrió la salida del hombro derecho. Quedando en el suelo, siendo cuidado y tratado con todo el mimo posible de su entrenador y compañeros futbolistas que lo trataron a cuerpo de rey dentro de la modestia y las pocas cosas que se tenía en ese momento. Le facilitaron la parte de arriba de un chándal de uno de los jugadores de su equipo. Los demás mirones, ya que considero a toda persona que no tenemos formación para poder darle un poco de ayuda en estos momentos de angustia de un prójimo. Doy el mea culpa ya que yo mismo intenté ayudar poniendo mi mano en la zona del homoplato y comprobando que estaba fuera de su sitio. A la vez que se quejaba por mi acción. Tuve la decisión de decirle a los compañeros de equipo que llamaran al teléfono de urgencias 112 ya que en ese preciso momento no había ningún componente de nuestra querida Cruz Roja. Que, la verdad sea dicha, hace mucho tiempo que estamos demandando tanto los entrenadores, como directivos, jugadores, padres y espectadores para tener una garantía mínima de que podemos ejercitarnos los deportistas en las instalaciones deportivas de nuestra ciudad.
Ya son muchas las desgracias que han habido dentro de nuestras canchas y siempre nos hemos acordado del paraguas cuando llueve. Creo que no es un artículo de lujo. Es un seguro de vida para que todos nosotros podamos disfrutar de nuestros deportes favoritos dentro de unas garantías mínimas que nos pueda garantizar una vida vigilada para evitar desgracias no deseadas para nuestra querida ciudadanía. Igual que pensamos en tener árbitros y la supervisión de ellos de alguien de sus superiores, también deberíamos de contar con esta incuestionable acción preventiva de una persona dotada para las urgencias más primarias. No dejemos ningún tipo de improvisación ni desidias para el azar de la suerte. Queremos a esos que nos pueden ayudar en un momento determinado de nuestra vida junto a nosotros.