Como ciudadanos españoles estamos acostumbrados a que nuestros dirigentes nos mientan, así no sabremos en años que ocurrió el 11 de Marzo de 2004 fecha en la que un atentado terrorista asesinó a 192 españoles, hirió a cientos de ellos y produjo víctimas a miles de ellos esto durante la tan ansiada Democracia y con la misma forma de actuar que lo habido durante la Dictadura franquista. Y es que los españoles, al parecer de los políticos, no somos todavía lo suficientemente adultos para comprender ciertas cosas. Quien ideó el atentado terrorista, porque el para qué y el por qué es evidente, en el caso de la democracia, y cuál fue la dimensión exacta del accidente de Palomares, en el caso de la dictadura que todavía sigue su rastro esta vez en nuestra democracia y si ello tendrá un fin, pues ya han pasado más de 53 años de este suceso.
Palomares, esa pedanía perteneciente al municipio almeriense de Cuevas de Almanzora con unos 1800 habitantes en la actualidad, es recordado por el baño en el mar del ministro de Información y Turismo Manuel Fraga para demostrarnos que allí no había ningún peligro de radioactividad en esas aguas maravillosas del Mediterráneo donde el 17 de Enero de 1966 allí en el cielo de Palomares, ese sí maravilloso, un avión cisterna KC-135 de la Base de Morón de la Frontera y tres bombarderos estadounidenses están en tráfico de reabastecimiento en vuelo. Uno de ellos era un bombardero B-52 que llevaba en su panza cuatro bombas atómicas que debía devolver a su base americana. En el momento del reabastecimiento por el avión cisterna se produce una colisión resultando ardiendo el cisterna que cae envuelto en llamas sin que pudieran salvarse ningún miembro de la tripulación mientras que los tripulantes del bombardero mediante el asiento eyectable logran tres de ellos de los siete, salvar sus vidas. La cuatro bombas termonucleares con una potencia 65 veces superior a la de Hiroshima caen, afortunadamente sin explotar ninguna, tres sobre tierra y una en el mar , esta última recogida gracias a un pescador, con su paracaídas desplegado y sin pruebas de que liberase material radioactivo. De las que caen en tierra, dos lo hacen violentamente al no desplegarse su paracaídas de ellas, una cae en el centro del pueblo, otra junto al cementerio, liberando ambas plutonio, y una tercera cayó en la desembocadura del rio Almanzora que no sufrió daños y fue recuperada.
A partir de ahí, todo es espectáculo para demostrar que no existía radioactividad alguna fue poco. Así Fraga, con algunos políticos más se baña en el mar a menos de dos meses del accidente y el Presidente de la Junta de Energía Nuclear (actual CIEMAT) José Mª Otero Navascués señala el 2 de Marzo de 1966 que “Se han tomado todas las medidas para asegurar que las zonas afectadas queden completamente limpias”, claro no de radioactividad. Las autoridades norteamericanas ayudan en esa limpieza y el General Delmar Wilson , Comandante de la XVI Fuerza Aérea de los EE.UU el 22 de Marzo de 1966 anuncia:”Hemos conseguido nuestro propósito de dejar la zona de Palomares en las mismas condiciones en las que estaba antes del accidente”. Para ello en unas zonas llevaron a cabo una limpieza parcial abarcando en total algo más de 100 hectáreas y enterrando los residuos radiactivos a una profundidad de unos 30 cms. Además construyeron dos fosas de 1000 y 3000 metros cúbicos respectivamente que fueron llenadas de residuos radiactivos. Otras zonas no fueron objeto de limpieza alguna. En total los estadounidenses se llevaron a territorio americano 1400 toneladas de material radiactivo, según el Consejo de Seguridad Nuclear correspondientes a unos 25.000 metros cuadrados de terreno y restos vegetales, en suma se llevaron, según los expertos ,1 kilo de plutonio de los 9 que se dispersaron. Esa limpieza primera es a todas luces insuficiente a pesar del triunfalismo de las autoridades españolas más bien dirigido al consumo interno, pero que redunda en que las autoridades americanas, se involucren en menor medida financieramente. Los habitantes de Palomares, creyendo las palabras de las autoridades cultivaron en esos terrenos tareas agrícolas y de construcción liberando el plutonio que había sido enterrado. Así, en la fosa de 1.000 metros cúbicos se han cultivado diversos productos hortícolas, a los que se les suministró agua procedente de riego por goteo. El ganado caprino también ha estado contaminado durante cuarenta años así como sus productos derivados. Hay que tener en cuenta que el plutonio emite radiaciones alfa de escasa penetrabilidad, pero el plutonio 241 con el paso del tiempo se transforma en americio que emite radiaciones gamma de gran alcance por lo que el paso del tiempo es el peor enemigo de los habitantes de esa zona. En 1988 se construyó una balsa de riego para lo que fue necesaria una gran movilización de tierras lo que aumentó la liberación de elementos radiactivos y en un informe del CIEMAT se señala”las concentraciones másicas de partículas en las zonas afectadas por el accidente de Chernobyl son inferiores a las medidas en Palomares”. La actividad agrícola iniciada en los años ochenta no dio motivo a adoptar medida alguna a las administraciones, fue la burbuja inmobiliaria y la consiguiente necesidad de urbanizar la zona contaminada la que hizo reaccionar a los responsables más adelante y en el año 2004 el alcalde de Palomares manifestó la intención de urbanizar los terrenos contaminados llevando a cabo su intención firmó en 2009 el Acta de replanteo y comienzo de las obras en la Sierra de Almagrera. Ante el riesgo de contaminación ya denunciado por el CIEMAT al Consejo de Seguridad Nuclear desde 2003 se procedió a delimitar el terreno contaminado parte del cual fue expropiado, abarcando este proceso desde 2004 hasta 2011. La lentitud en el proceso ha llevado al CIEMAT a tener que ampliar la ocupación temporal de los terrenos.
Ya en 2010 una nueva dirección del CIEMAT proyecta y consigue llevar a cabo un mapa radiológico en tres dimensiones para conocer exactamente donde hay peligro y la dimensión del mismo, siendo su resultado contrario al triunfalismo señalado en años pasados y calculando que existen todavía 50.000 metros cúbicos de material radioactivo cuya limpieza reduciría a 6.000 metros cúbicos ese material con el fin de proceder a su traslado a los EE.UU y con la financiación de la Comisión Europea lo que dio nuevos aires al proceso. Como base para la limpieza radioactiva definitiva se aprueba por el CSN un Plan de Rehabilitación de Palomares (PRP) con un coste de unos 31 millones de euros. Sin embargo todo sigue lentamente y con mucha opacidad. En 2015 se firma un acuerdo entre los Gobiernos español y el estadounidense en el que este último se compromete a rehabilitar Palomares y a llevarse los residuos a un emplazamiento para residuos nucleares en los EE.UU, pero parece que se ha restringido a la limpieza de solo 28.000 metros cúbicos de los 50.000 aprobados (Acuerdo Kelly- Margallo), por lo que si esa es la idea seguirán las restricciones al uso y no se solucionará el problema. Pero a estas alturas se sigue a la espera de que el PRP eche a andar definitivamente, los estadounidenses decidan almacenar en su país los residuos radiactivos mientras los habitantes de Palomares siguen sufriendo las consecuencias para su salud y sus interesas económicos. El CIEMAT ha expropiado temporalmente fincas urbanas, urbanizables y de uso agrícola que sus propietarios no pueden explotar, por otra parte los agricultores tienen dificultad para comercializar sus productos y lógicamente el turismo se aleja de esa zona, causando en general un grave perjuicio a la salud y a la economía de los habitantes de Palomares. ¿Hay un verdadero conocimiento de las personas afectadas por la radiación, cuantas, su gravedad? ¿Algún informe fidedigno? ¿Cuántas personas han dado positivo por plutonio?¿cuantas enfermas?. No es admisible continuar con esta situación a la espera de que el gobierno estadounidense, 53 años después del accidente cumpla con sus obligaciones.
En mi opinión la energía nuclear es la energía más eficiente que existe. El parón de las centrales nucleares es un disparate descomunal que redundará en un sobrecoste, otro más en el recibo dela luz y en el encarecimiento de los costes de las empresas con el efecto principal que ello conlleva de aumento más que excesivo de los precios. Si además utilizamos la energía que nos proporcionan centrales nucleares del país vecino, Francia, es lógico adoptar todas las medidas necesarias para prever cualquier fuga reactiva en caso de que un accidente pueda suceder. El caso de Palomares es paradójico: 53 años a la espera de solucionarlo y suma y sigue.