A Manuel Hernández hace ya tiempo que se le desvió el rumbo. Quizá cuando decidió elegir a sus más próximos (sus familiares y amigos) para montar su equipo de partido. Lo que se llama popularmente el chiringuito. Pasó de aparcar todo lo que antes denunciaba de sus predecesores a imitarlos. Así nació su PSOE, que no el PSOE que muchos históricos ni reconocen y por eso solo frecuentan de manera aislada para salir en la fotografía. A Manuel Hernández ya no le escuchamos en ruedas de prensa porque no las convoca. Manda comunicados y vídeos montados y luego anima a su pandilla a insultar en Facebook para, por último, remitir una carta al director quejándose de cómo se ha tratado un acto al que no ha invitado a la prensa. Todo muy surrealista. Hernández hace eso: prefiere seguir aparentando ser el chico bueno de la Comunión mientras manda a los de los audios insufribles preñados de expresiones propias de un niño de Infantil y comunicados llenos de faltas de ortografía a que le hagan el trabajo sucio. Ir de la mano del número 1 tiene eso: hay que arrastrarse.
Hernández, al que todavía no hemos escuchado defender los Presupuestos del presidente del Gobierno que él mismo apoyo, quiere que pongamos los titulares que él elige, que no cuestionemos los errores sobre una barriada que tanto le importa pero que confunde con otra. Resulta extraño porque precisamente de eso se quejaba hace bien poco, de lo dictadorcillos que eran los de su partido, por cierto bastante bien subvencionado (dígaselo a su pandilla). A este PSOE no lo reconoce ya ni la madre que lo parió. No mande a que nos cuenten milongas. Usted siempre será el chico de la Primera Comunión. Sabe cómo hacerlo.