Quizá estemos hablando de lo que diferencia el orden del caos. Entonces, empiezo a manipular mis pensamientos, y a generar otros nuevos, para ver si alcanzo alguna certeza.
En mi visión, el caos existe porque sí, es una fuerza que se produce por inatención, no necesita alimento más allá de la incertidumbre, no tiene causa, ni edad, pues es anterior a todo. Todo lo condiciona y todo lo amenaza.
En cambio, el orden necesita una acción positiva, un significado, un centro que sirva de referencia, unas reglas, y un ser que lo haga posible.
Si hemos de hacer un paralelismo entre estas razones y la salud mental, diremos que el padecimiento tiene que ver con el caos, y la salud con el orden.
La recuperación podríamos entenderla como la búsqueda de un significado. Así, ¿cómo pasar del caos al orden? ¿Cómo pasar de los pensamientos caóticos, o frases inconexas, a un universo razonado, a una narración?
Quizá sea el secreto mejor guardado, y al calor de esta duda nacieron los caminos y los estudios de la phsyqué.
A este respecto, poco puedo hacer yo más que contar mi historia personal.
Al no tener un motivo claro, un centro, mi mente viajaba detrás de respuestas nunca halladas, y las dudas como digo eran alimento del caos.
Yo no era el protagonista de mi narración, sino que era un mero espectador, mis luces eran sombras más que estrellas, y la oscuridad se cernía sobre mi ser. Era incapaz de explicar con palabras mi experiencia mental. Mientras, el caos dictaba sentencia: había de limitar mi experiencia al simple hecho de la supervivencia; me conformaba con no sentir dolor. El resto ya se sabe: diagnóstico, medicación y frustración.
Dos años es mucho para vivir en el desierto donde el sol cae a plomo. Hasta que un día, en la noche, una luz relampagueó en mi interior: ¿Por qué no dedicar mi mente y sus artificios en la busca de una explicación?
Al gravitar los pensamientos alrededor de un mismo motivo, las frases que lo conforman se fueron haciendo más largas, más fuertes, más complejas, más bellas. El entendimiento se mostraba satisfecho.
Es cierto, somos escritores del libro blanco de nuestra verdad. En la actitud del narrador encontraremos significado a nuestras vidas, encontraremos un hilo conductor, un argumento que fortalecerá la identidad.
Si abrimos este libro, y le damos lectura, podremos saber la estirpe de los pensamientos y averiguar los errores. Podremos delimitar el lugar del caos y aplicarle remedio.
En definitiva, la salud del lenguaje y la calidad de nuestra narración interior, determinarán la salud de nuestra mente.