Tras el salto masivo ocurrido el pasado 26 de julio, una cosa quedó en evidencia y es que el perímetro fronterizo, en los tiempos que corren, está obsoleto. El último en mencionarlo ha sido el líder nacional de Ciudadanos, Albert Rivera, que tras visitar la frontera del Tarajal se ha comprometido en solicitar al Gobierno de la nación para que dote de mayores avances tecnológicos a una valla que se vio sobrepasada frente a este último salto masivo.
Sin tener en cuenta el debate de concertinas sí o concertinas no, aquí hay que ahondar más en que la valla cumplía una función, pero que ya está obsoleta y que descarga el peso de su control en el personal de vigilancia, en este caso la Guardia Civil, que durante meses ha denunciado que sufren carencia en materia de efectivos.
Sin embargo, por muchos más agentes que envíen, no se puede contraatacar de manera humana un salto de 600 personas, no con una valla que ni siquiera es capaz de prever lo que va a suceder.
Vivimos en la era de las nuevas tecnologías. Día con día vemos los avances que presentan las grandes compañías informáticas en materia de vigilancia, seguridad en los hogares e incluso de seguimiento a las personas con dispositivos de última generación.
Mientras tanto, la ciudad cuenta con una valla que no puede adelantarse a los movimientos de los que desean cruzarla y tampoco puede contener que, de manera masiva, la traspasen de la forma que se hizo el pasado día 26.
Ceuta es un trozo de España, con un perímetro fronterizo que la rodea en toda su extensión. Se trata de la Frontera Sur, competencia de la Unión Europea.
Es mucha la inversión que se destina a esta frontera, pero que no parece verse reflejada en la modernización y actualización de ésta. Hay un proyecto de ampliación para mejorar su fluidez de tránsito, pero hay que buscar los métodos para que pueda cumplir su función sin que toda la responsabilidad recaiga en el personal que la vigila. Hay que dotarla de las herramientas necesarias para prever una llegada masiva, evitando así daños personales.