Supongamos que un numeroso grupo de individuos sospechosos llega ante uno de los puestos fronterizos con Francia habilitados para controlar la entrada de extranjeros. Cumpliendo su función, la Policía Nacional les solicita que presenten los correspondientes Pasaportes y, dada sus nacionalidades de origen, el preceptivo visado. Los citados individuos, que ya venían preparados, lanzan cal viva al rostro de los agentes de la autoridad, les llenan sus uniformes de excrementos, hacen uso de lanzallamas caseros y de cócteles molotov y utilizan cizallas u otros instrumentos para violentar la frontera. Lo consiguen algunos, pero otros no pasan del límite establecido al efecto. ¿Qué se haría con aquellos que, habiendo pisado ya suelo español, porque para llegar hasta dicho control es necesario hacerlo, pero no lograron desbordarlo?
La respuesta es evidente. No dejarlos entrar, es decir, rechazarlos sin más. A los que desbordaron el control de Pasaportes, detenerlos por desobediencia, atentado a la autoridad con lesiones y cualquier otro cargo previsto en el Código Penal, para presentarlos ante el Juzgado de Guardia, pues, en tal caso, gozarían ya de los derechos que las leyes otorgan a los extranjeros en España.
Más de seiscientos indocumentados lograron penetrar ayer en Ceuta utilizando medios virulentos, según recoge textualmente el comunicado oficial de la Guardia Civil, encargada de vigilar el contorno vallado de la frontera de España y la Un ión Europea con Marruecos Lo hicieron desbordando no solamente la primera de las vallas existentes en dicha frontera, sino también la segunda, a pesar de que en aquella siguen estando las famosas concertinas.
Al haber sido detenidos otros mientras permanecían entre las dos vallas, éstos fueron rechazados en aplicación estricta de lo dispuesto en el primer apartado de la actual Disposición adicional décima de la Ley de Extranjería, relativa al “régimen especial de Ceuta y Melilla”, cuyo tenor es el siguiente: “1. Los extranjeros que sean detectados en la línea fronteriza de la demarcación territorial de Ceuta o Melilla mientras intentan superar los elementos de contención fronterizos para cruzar irregularmente la frontera podrán ser rechazados a fin de impedir su entrada ilegal en España”.
No se trata, pues, de “devoluciones en caliente”, como algunos insisten en creer, sino de simples rechazos al no haberse traspasado en su totalidad los mencionados “elementos de contención”, que están constituidos por ambas vallas, entendiéndose que las dos, y no simplemente la exterior, son las que marcan el territorio español a los efectos de fijar cuándo y dónde se entra en España, al igual que sucede con los puestos habilitados para el control de Pasaportes y visados, todos ellos situados dentro de España, aun cuando no se considere que se ha entrado en territorio español mientras no se autorice a pasar el aludido control. Así es en las fronteras con Portugal, Francia, Andorra y Gibraltar, y así es en puertos y aeropuertos. ¿Por qué no puede ser así en Ceuta y en Melilla?
Mientras tanto, están siendo atendidos por la Cruz Roja o en el Hospital Universitario, encontrándose ya en el “Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes” (CETI), donde ya no cabe ni una aguja, por lo que el Ejército les está preparando tiendas de campaña, los más de seiscientos individuos que lograron cruzar ambas vallas atacando con toda clase de armas más o menos rupestres (palos, piedras, ganchos y las antes referidas) a unos Guardias Civiles tan heroicos como indefensos ante tamaña avalancha,, pues ni son las que se necesitan para poder afrontar este tipo de avalanchas, ni se les autoriza para el uso de armas de fuego (ni de fogueo, ni detonadoras, ni para lanzar pelotas, ni ningún tipo de gases, ni vehículos lanzadores de chorros de agua, ni nada más que las manos y la defensa).
No sé si habrá suficientes medios para hospedar y controlar a estos “invasores”. En casos similares sucedidos en la Península, se acudió al remedio de una cárcel. ¿No se podría hacer algo similar con el edificio ya vacío de la antigua Prisión de los Rosales?
Visto tal cual lo describe D. Francisco, es evidente que estamos hablando de emigrantes, pero también de personas que han realizado acciones tipificadas penalmente, y que, desde luego, deberían ser, cuando menos, puestos a disposición judicial.
Me alegra mucho ver que D. Francisco sigue utilizando el tiempo de que disfruta para reflexionar sobre los asuntos que afectan a los ceutíes de forma tan lúcida como acertada.
Yo desde aquí quiero decirle que me gustaría volver a verle en el entorno de la Presidencia de la Ciudad, pues su presencia y consejo podría hacer que volviera la cordura y la prudencia que han sido santo y seña de la forma de ser y estar del Gobierno de la Ciudad cuando su presencia en el entorno más cercano del Presidente de la Ciudad era habitual, por no decir, permanente.
Quizás hoy no tendríamos que lamentar la funesta decisión de realizar las obras que, innecesariamente, vienen realizándose en la Gran Vía, Plaza de Africa, y que continuará por la Calle Larga, y que, a fuerza de sostenella y no enmendalla, pinta que acabará como el rosario de la aurora, ahora con declaraciones sobre indemnizaciones que, con la ley en la mano, no podrán producirse.
Es evidente que la gente con criterio, la que crea opinión, la que puede dar credibilidad al proyecto ya no puede soportar más tanta ignorancia, incapacidad e indolencia. Esa gente no está hoy por hoy con el proyecto del PP en Ceuta, y me temo que acabarán aglutinandose en torno a cualquier movimiento similar a aquél de amargo recuerdo que fué el GIL (alguno de cuyos insignes miembros son hoy primeros espadas del PP).