Mi buen amigo y gran aviador (fallecido) Juan Federico Casteleiro Licetti, coronel de aviación, con mucha razón escribió esto: "Cuando se habla de la intervención de nuestras Fuerzas Armadas en la Campaña de Ifni-Sáhara 1957/1958 se suele anteponer ‘guerrita’ o ‘sucesos’ de 1957, pero en muy pocos casos se le denomina ‘Guerra de Ifni/Sahara’.
Las primeras operaciones y primeras bajas
Continua este coronel afirmando: "En el conflicto Árabe/Israelí el mundo entero no dudó en calificarlo como la Guerra de los Seis Días, y más aún se hicieron estudios de las actuaciones de unos y otros para sacar enseñanzas en los estados mayores de diversos países europeos".
Por el contrario, aquí en España parece ser que los 184 muertos, 500 heridos y medio centenar de prisioneros, en las altas esferas de Defensa parece ser que estas bajas murieron de alguna enfermedad. Triste pero así hay que decirlo.
Sin menospreciar las importantes misiones de las fuerzas del Ejército de Tierra, resulta un poco triste que la labor del Ejército del Aire casi ni se menciona. Y si nos atenemos a la realidad de los hechos, las grandes extensiones del territorio sahariano nunca fue obstáculo para la aviación militar, y puede afirmarse que la aviación es el medio más indicado de gran ventaja para efectuar reconocimientos aéreos y fotográficos, fijando en el suelo a un enemigo mientras sobrevuelan una zona, así como realizar acciones de apoyo al fuego y finalmente capacidad para transportar con oportunidad de tiempo y espacio a unidades que se sitúen en la retaguardia enemiga para cercar al agresor.
Tras el sabotaje el 4 de agosto de 1957, en el que unos rebeldes incendiaron en la playa cientos de bidones de combustible que se propagaron donde se almacenaban los depósitos, ardieron más de 60.000, litros de gasolina y otros combustibles. Como consecuencia de ello, ese mismo mes se celebra una reunión presidida por el general-gobernador Mariano Gomez-Zamalloa y Quirze, el jefe del sector aéreo, el comandante de marina, el secretario general del gobierno, el jefe de Estado Mayor y el coronel-jefe del Grupo de Tiradores de Ifni, tratándose de adoptar medidas de evacuación de los puestos, así como solicitar refuerzos de unidades de Lanzarote, Fuerteventura y de infantería de Marina.
El ataque a una patrulla de paracaidistas en Tiguist Igurramen fue lo que colmó la paciencia del general Zamalloa, y el 11 de agosto de 1956 es cuando se ordena que un avión "Heinkel" (B-21), pilotado por el capitán-piloto Alberto Antón Ordoñez, el copiloto alférez de la Milicia Universitaria Ángel Sánchez Barranco, dos sargentos y un cabo 1º, y como guía para dicha operación el comandante-jefe del Grupo de Policía y delegado gubernativo como guía para bombardear los puestos enemigos, José Álvarez-Chas de Berbén. Cuando regresaban de dicha misión tras contactar con la torre de control para tomar tierra, se perdió el contacto y jamás se encontraron los restos.
El puesto de honor de los "Junkers" y los "Heinkel"
El fallecido coronel de aviación Juan Federico Casteleiro Licetti en un magnífico libro sobre lo que fue la Guerra de Ifni-Sáhara narra detalladamente y muy documentado lo que él titula "Ayer, hoy y mañana", lo que sucedió y efectivamente no se equivoca.
En las operaciones de despliegue y fortificación en Ifni, en la que tan brillante actuación tuvieron los "Junkers", "Heinkel", "1-6" y los "Buchones", así como el escuadrón paracaidista del Ejército del Aire, fueron estos aviadores los que con su esfuerzo y heroísmo, los que con su fuego apoyaron a las fuerzas de tierra, en los bombardeos y ametrallamientos conseguían que el enemigo partiese en desbandada.
Pero tuvo una especial relevancia llena de amor propio y heroísmo cuando las tripulaciones de los "Junkers" y los "Heinkel" se veían obligados a atacar al enemigo, cuando en vuelos rasantes tenían que hacerlo a unos 50 metros de altura para divisar al enemigo que se ocultaba en los matorrales y en cuevas. Ello dio lugar a que en varias ocasiones fuesen tiroteados por el enemigo, dejando huella de los disparos en el fuselaje de los aviones.
Merece destacar una de les misiones de los “Junkers” en el lanzamiento de la 7ª Compañía Paracaidista del Ejército de Tierra sobre Tiliuin, donde cinco aviones “Heinkel” para proteger el lanzamiento dieron varias pasadas haciendo un pasillo ametrallando al enemigo oculto en matorrales y oquedades que no tuvieron más remedio que huir en desbandada. Ello fue motivo para que los paracaidistas que se lanzaron sobre Tiliuin no fuesen atacados por el enemigo que rodeaba el puesto de Tiliuin.
Como carecían de víveres y municiones los defensores de Tiliuin, se comunicó por radio que enviasen víveres y municiones. Inmediatamente desde Sidi Ifni despegó un "Junkers", y volando a menos de 70 metros del suelo lanzó varios empaques de morteros, lanzagranadas, munición y víveres, finalizando así el episodio más grande de la historia de la aviación con el lanzamiento de la 7ª Compañía de Paracaidistas en lo que fue el primer salto de guerra en la historia de España con los 70 paracaidistas sin que tener que lamentar heridos por fuego enemigo, tan solo algún esguince al caer a tierra.
Es de justicia recordar a los aviadores que en el sagrado cumplimiento del deber entregaron sus vidas: capitán, Alberto Antón Ordoñez, tenientes, Juan José Miró Casado, Teodoro Laborda Meler y Javier Herraiz-Diaz Merry, alférez, Antonio Sánchez Barranco, sargentos, Jaime Moreno Amores, Manuel Moure Álvarez y Bienvenido Fernández Caballero, cabos 1º, Ángel Maniega Herrera y Emilio Pintado Vacas.
El fallecido coronel de aviación e historiador Emilio Herrera Alonso así glosa el papel de la aviación en dicha campaña: "La Guerra de Ifni Sahara obligó a las tripulaciones a derrochar ardor y entusiasmo y fue para la aviación los principales protagonistas de aquella campaña".