Las economías de Ceuta y Melilla están atravesando el que sea, probablemente, el momento más delicado de su historia. El sector privado, esencial para la creación de empleo y riqueza, se está debilitando de manera acelerada llevando al límite de su resistencia a centenares de empresas y poniendo en peligro como consecuencia miles de empleos.
Es un hecho incuestionable que un factor fundamental de esta crisis que nos azota, cada vez con más fuerza, es el estrangulamiento que provoca el caos fronterizo.
Las interminables colas que taponan hasta la desesperación la vía natural del tránsito de personas y mercancías hacia Marruecos, ha provocado una reducción drástica de la actividad en ambas Ciudades, que tiene su impacto inicial en el comercio, pero que se extiende inexorablemente como una imparable 'mancha de aceite' a la hostelería, el transporte y a todo el sector servicios en general.
Por otro lado, la gestión caprichosa, desordenada y aleatoria del tráfico comercial en los pasos fronterizos está generando una enorme desconfianza que también está repercutiendo muy negativamente en el volumen de negocio.
Tampoco son menores los efectos perversos que el conflicto de la frontera acarrea para el normal desenvolvimiento de la vida cotidiana en nuestras ciudades. Los agobiantes problemas de movilidad afectan a los vecinos y a las vecinas de aquellas zonas, al acceso a servicios públicos esenciales y a quiénes se desplazan por motivos diversos a Marruecos. Lo que sucede es, sencillamente insoportable.
Sin embargo, esta dramática realidad que toda la ciudadanía percibe y sufre, no encuentra la respuesta adecuada en nuestros gobernantes. A pesar de los innumerables pronunciamientos y advertencias, las reiteradas denuncias y las constantes reivindicaciones, expresadas de todas las formas posibles, nada ha cambiado.
El Gobierno no alcanza a comprender la auténtica dimensión de este problema, o lo que sería peor, lo comprende pero no lo considera una prioridad. Lo cierto es que el tiempo pasa y del Gobierno solo recibimos palabras vacías que nada solucionan.
Los ceutíes y melillenses que secundamos esta movilización queremos hacer llegar al Gobierno de la Nación nuestra inquebrantable voluntad de luchar para defender los intereses de Ceuta y Melilla haya donde allá donde haga falta, y con todos los medios a nuestro alcance.
Nos están asfixiando, nos están dejando morir. Pero no lo vamos a consentir. Exigimos al Gobierno de la Nación, a nuestro Gobierno, al que nos representa, que asuma un compromiso cierto para desbloquear la actual situación. Exigimos la adopción de medidas concretas, inmediatas y eficaces que permitan recuperar la actividad económica, regenerar el tejido productivo y normalizar la vida ciudadana. Exigimos fronteras seguras y fluidas, propias de ciudades europeas y del siglo XXI. Es nuestro derecho, y no vamos a renunciar a él.