La familia de Rahma Mohamed pide justicia para esta vecina de la calle Este quien, desde hace un año, vive en un estado de insalubridad que afecta seriamente a su salud
Hace más de 40 años que Rahma Mohamed se instaló en una vivienda de la calle Este en la barriada el Príncipe, una casa de propiedad que ha visto nacer y crecer a sus hijos y en el que la familia se ha reunido para celebrar todo tipo de eventos a lo largo de cuatro generaciones.
Un hogar que Rahma se niega a abandonar pese a la insistencia de sus familiares, preocupados por la salud de la matriarca. Y es que desde hace más de un año, estas cuatro paredes no corresponden a la vivienda que en su día formó esta mujer de 85 años.
Los problemas dieron comienzo en enero del pasado año cuando la vivienda sufrió filtraciones de aguas fecales a través de las paredes procedentes, según explica el hijo de la afectada, Mohamed Abdel Lah, de unos edificios de la zona trasera de Rafael Orozco que se encuentran en un nivel superior del terreno.
“Sacaron un tubo de desagüe y todo caía en el tejado de mi madre y de ahí ha ido atravesando las paredes y creando un ambiente en el que es imposible vivir”.
La situación fue agravándose hasta tal punto que la familia se vio obligada a interponer una denuncia ante la negativa de los vecinos a solucionar el problema.
La intervención policial de poco sirvió para frenar el continuo deterioro a que se estaba viendo sometida la vivienda y las filtraciones continúan siendo una constante en la vida de esta vecina.
Vive con una única bombilla por el riesgo de cortocircuito debido a la filtración del agua
“Los problemas se han ido agravando y esta insalubridad están causando un serio problema de salud a mi madre”, se lamenta Abdel Lah. De disfrutar de buena salud, Rahma está pagando factura por las humedades que están afectando a su vivienda.
“Sufre problemas respiratorios. Además, hace poco fue operada de catarata y padece constantes infecciones en los ojos”, explica su nieta Sara. Rahma se ha visto obligada a ‘trasladar’ su vida a una única habitación.
Ha desplazado todos sus enseres al salón, donde también duerme, después de que su dormitorio se haya convertido en un auténtico humedal. A estas terribles condiciones de subsistencia se suma el que Rahma no puede disponer de instalación eléctrica.
El agua que se filtra por las paredes ya ha fundido la nevera y cualquier intento de utilizar un enchufe termina con el corte inmediato de luz. “Sólo tiene una bombilla en el techo en una zona donde no ha llegado el agua porque tiene miedo de que se produzca un cortocircuito”.
Sus biznietos tampoco pueden visitarla, ya que uno de los pequeños, de 8 años de edad, llegó a infectarse de sarna en el propio hogar de su bisabuela.
El problema no afecta únicamente a Rahma, otras dos viviendas colindantes a la suya también padecen serios problemas de humedades, cuyo origen podría ser el mismo que el que aqueja a esta vecina.
La familia pide justicia para esta mujer que, a pesar de todo, se niega a abandonar su vivienda. “Ha pasado toda su vida ahí y aún confía en que alguien la ayude a recuperar su casa”, confía su hijo.
Un deseo que sus hijos, nietos y biznietos confían en que pueda hacerse realidad a la mayor brevedad posible.
Imágenes de la vivienda de Rahma Mohamed