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Carlos Pérez Marín, arquitecto local, firma este artículo en el que critica la reforma de la Gran Vía
Tecnocracia versus ideas
Desde hace unos años, el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta ha ido anteponiendo la tecnocracia a las ideas y a la calidad de los proyectos arquitectónicos y urbanísticos. Primero se dieron cuenta de que los concursos de obra y proyecto les permitía hacer una sola licitación en lugar de dos, reduciendo los trámites administrativos y supuestamente acelerando los tiempos.
Esta solución suele limitar las propuestas, por un lado, el número de licitadores es menor porque a los arquitectos se les exige asociarse a una empresa constructora (o viceversa), por otro lado, la solución suele venir casi impuesta, limitándose casi a cuestiones estéticas.
Nosotros ganamos el concurso para el Desdoblamiento del Paseo de las Palmeras (con FCC), y el modelo de licitación impidió desarrollar una variante que hubiese sido más beneficiosa para la ciudad, pero implicaba gestiones urbanísticas paralelas que se salían del ámbito delimitado por el pliego de condiciones técnicas. Si el concurso hubiese sido de ideas, sí se podría haber llevado a cabo.
Años más tarde, las autoridades decidieron que sería más económico, y rápido, si los proyectos los redactaban desde la propia administración, así sólo tendrían que licitar la obra, no el proyecto.
La justificación económica no tiene fundamento porque los honorarios de redacción de un proyecto pueden variar entre el 4% y el 6% del presupuesto de ejecución, sin embargo un mal proyecto puede suponer desviaciones finales de hasta un 50% en ese presupuesto de ejecución (si no más), es decir, a veces ahorrar en honorarios puede llegar a duplicar el precio final de una obra.
Pero además, como los técnicos de la administración tienen una alta carga de trabajo y como no hay una verdadera oficina de supervisión de proyectos que asegure la idoneidad de los documentos, se han dado casos de indefiniciones en los planos que han supuesto considerables retrasos y aumentos en el precio final de la obra.
Por no hablar de las soluciones, el hecho de no tener tiempo para pensar el proyecto y la ausencia de competencia, nos ha dejado numerosos ejemplos en la ciudad de proyectos que no solucionan problemas, sino todo lo contrario.
Ahora el Gobierno ha encontrado una manera de reducir más aún los trámites administrativos, mediante encomiendas de gestión a TRAGSA. Ya no tienen que hacer ninguna licitación y tampoco tienen que preocuparse de la sobrecarga de trabajo de sus técnicos. Desde el punto de vista político, esta solución les da bastante "agilidad", pero oculta dos problemas muy graves, el mal funcionamiento de la administración y la calidad de los proyectos.
Tecnocracia versus administración
Nuestras autoridades tienen el deber de solventar las disfunciones de la administración, en lugar de ignorarlas y evitarlas, porque si los políticos sufren la burocracia, ¿qué no tendremos que soportar los ciudadanos? Si hablamos de proyectos, en ocasiones el tiempo que se toma la consejería correspondiente para hacer un pliego de condiciones de un concurso, puede ser mayor que el tiempo que después le piden a los arquitectos para la redacción de los proyectos básicos y de ejecución, que son documentos esenciales para asegurar una buena ejecución de las obras.
Pero no sólo se trata del funcionamiento de la administración, los últimos gobiernos (todos del mismo color político) se han caracterizado por la falta de planificación y la improvisación en las principales actuaciones urbanísticas y arquitectónicas, por no hablar de los proyectos que surgen de la necesidad de inaugurar algo antes de las elecciones, como el Desdoblamiento de las Palmeras en 2003, el aparcamiento de la plaza de los Reyes y la peatonalización del paseo del Revellín en 2007, el proyecto, no consumado afortunadamente, de demoler el mercado central y hacer navegable el foso en 2011 (hay que recordar que no se hizo porque no dispusieron de los terrenos a tiempo), la remodelación del Paseo de la Marina en 2015...
Ahora que se acercan las elecciones, le toca el turno a un nuevo proyecto, la "remodelación" de la Gran Vía, calle Jaúdenes y plaza de África, justificado por miembros del gobierno como el colofón a la gestión urbanística del presidente, cuando realmente nuestro actual regidor será recordado como la persona que con cuatro mayorías absolutas fue incapaz de revisar el Plan General de Ordenación Urbana de 1992.
Mientras los políticos se sigan creyendo arquitectos y sus asesores técnicos continúen ejecutando sus ideas sin un mínimo criterio de idoneidad y de autocrítica, seguirán haciendo de nuestra ciudad su propio coto privado y lo que es peor, continuarán convirtiendo Ceuta en una ciudad mediocre que tardará mucho tiempo en recuperarse ante la falta de planificación y de criterio.
“Necesitamos que tanto los políticos como la sociedad vuelvan a darle a las IDEAS el valor que les corresponde”
En el caso del "proyecto estrella" para las siguientes elecciones se dan otros agravantes, la falta absoluta de transparencia. Sin entrar en discusiones políticas sobre la pertinencia o no de la exposición pública, en cuanto a procedimiento administrativo, no es de recibo que se empiecen unas obras en el centro de la ciudad y que los ciudadanos no sepamos lo que se va a hacer.
Sería conveniente recordar que el Desdoblamiento del Paseo de las Palmeras surgió de un concurso con empresas constructoras, en el que la comisión pudo elegir entre varias propuestas (9 en concreto), que se publicaron planos y dibujos en la prensa tras la adjudicación, que se hizo una presentación pública el día del inicio de las obras, que se hizo un programa en la televisión local (con llamadas en directo de los ciudadanos al equipo redactor), que se dio una conferencia durante las obras para explicar el avance de los trabajos...
Como ciudadano y como arquitecto el oscurantismo al que nos han sometido es inadmisible y vergonzoso. Quizás no hayan querido repetir la experiencia que les supuso el proyecto de remodelación del Paseo de la Marina, cuyo documento al completo estaba disponible para su descarga en la página web de Procesa, y que permitió un análisis técnico (al menos por mi parte) que desveló algunas deficiencias funcionales y técnicas del proyecto que afortunadamente se subsanaron con la modificación del proyecto (redactado nuevamente por técnicos municipales).
Lo más grave de esta situación es que puede sentar precedentes y que bajo la excusa de la agilidad administrativa (y con la ayuda de TRAGSA), a partir de ahora los proyectos públicos estén bajo secreto hasta que se terminen las obras, de hecho es lo que va a pasar con otros proyectos emblemáticos como el nuevo pabellón Díaz-Flor. Si continúan actuando de esta forma, por favor, que no vuelvan a nombrar la palabra TRANSPARENCIA.
Tecnocracia versus interés general
Como no hay información de las obras a ejecutar, no me ha quedado más remedio que basarme en los rumores para intentar analizar las soluciones al tráfico en la plaza de África, un tema, el tráfico, que sigue siendo considerado una cuestión menor y al que no se le presta la atención necesaria, como ya ocurriera con la reforma del Paseo de la Marina.
Esta es la situación actual del tráfico en la plaza, en la que se favorece el acceso al Parador y a las iglesias, donde se permite el tránsito desde la calle Independencia y desde la Gran Vía al puente del Cristo, dejando un tramo de la calle Edrisis (el lateral de la iglesia de África) peatonal.
Parece que la propuesta tiene como objetivo ampliar la zona ajardinada y peatonal de la plaza, para lo cual se va a suprimir el tráfico en los laterales norte y sur (los que están entre la plaza y las dos iglesias). A priori es una buena idea pero ello impediría que la plaza se siguiera utilizando como rotonda, además de tener que desviar el tráfico por el único tramo del Paseo de las Palmeras que era peatonal, la calle Edrisis. ¿Merece la pena suprimir esa zona peatonal y sobre todo eliminar el arbolado? La Chorisia por ejemplo puede tener un valor cercano a los 30.000€ en la actualidad, y el éxito de su trasplante no está asegurado al 100%.
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Pero además, ¿tiene sentido peatonalizar la calle Pepe Durán si va a seguir teniendo tráfico debido a la salida del aparcamiento? Por otra parte, si la iglesia de África tuviera una gran puerta lateral que pudiera abrirse directamente sobre la zona ajardinada, se entendería, pero no es el caso. La decisión pues de impedir el paso de vehículos por la calle Pepe Durán provocará más desventajas que ventajas.
Con la información que me ha llegado no es suficiente para conocer cómo quedará exactamente la circulación, he tenido que imaginar dos hipótesis.
En la primera, las dos circulaciones entre calle Independencia y calle Edrisis se hacen en el mismo sentido (sur-norte). Esta solución impedirá que se pueda llegar desde la Gran Vía hasta el Parador, teniendo que rodear las Murallas Reales por la avenida San Juan de Dios.
En la segunda, la plaza de África, la catedral y la iglesia se convierten en una rotonda, el acceso desde Gran Vía al Parador estaría garantizado, pero los camiones no podrán girar a la izquierda en el cruce de la calle Pepe Serón con la calle Edrisis (punto 1). Esta opción sí beneficiaría la celebración del arriado de bandera de los jueves, pero ¿merece la pena perder una zona peatonal por un evento que dura 1 hora cada semana?
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Si se hubiera convocado un concurso de ideas, se hubieran podido plantear otras soluciones. Por ejemplo, la peatonalización parcial de la calle Jaúdenes (manteniendo el acceso sólo para los residentes). Parece una idea imposible desde el punto de vista del tráfico, porque esa calle sirve para dar salida a los coches que salen del centro hacia el Campo Exterior, pero si se esta medida se acompañara de otras, que apenas tendrían coste económico, sí sería factible. Esta propuesta ya la hicimos durante las obras del Desdoblamiento del Paseo de las Palmeras y no se llevó a cabo por la polémica que generaría, según el presidente, la supresión de los aparcamientos de la avenida San Juan de Dios, aparcamientos que hoy en día ya no existen.
Se trataría de convertir en rotonda la gasolinera que se encuentra entre la avenida San Juan de Dios, la avenida Martínez Catena y la calle Enrique El Navegante. Con esta rotonda, e invirtiendo el sentido de unos de los carriles de San Juan de Dios, posibilitaría la conexión directa entre la frontera y el puerto, sin necesidad de pasar por la calle Independencia, ni por la plaza de África. Al disminuir el flujo de tráfico en Independencia, se le podría cambiar el sentido a uno de los carriles, permitiendo que los coches que vengan del Recinto y vayan a la frontera, puedan hacerlo directamente, sin necesidad de atravesar la plaza de la Constitución, la calle Jaúdenes o la plaza de África. Evidentemente habría que corroborar la solución con un estudio de tráfico, pero como nuestras autoridades son capaces de pensar y de proponer sin la participación de técnicos competentes, para qué van a convocar concursos de ideas.
En resumen, la gestión urbanística de Ceuta está endeudando la ciudad con inversiones económicas innecesarias y con soluciones incompatibles con futuras actuaciones urbanísticas mucho más necesarias, además de infravalorar y esquilmar el trabajo de los arquitectos ceutíes, abocados e emigrar.
Ver más: Todas las noticias de la Gran Vía de Ceuta
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