El Hospital Militar O’Donnell cerró sus puertas en 2013 pasando a convertirse en Clínica médico-pericial
Ha sido un icono de la sanidad militar ceutí. El emblema de una época en la que las circunstancias hacían necesaria la existencia de unas instalaciones sanitarias que cubrieran la demanda de una población mayoritariamente castrense y donde el trasfondo del conflicto bélico con Marruecos justificaban su presencia.
Así nació el Hospital Militar de O'Donnell en 1913, que un siglo después echó el cierre para convertirse en Clínica médico-pericial. A finales de este año clausurará definitivamente sus puertas dejando tras de sí miles de historias y recuerdos plasmados en libros como ‘Hospital Militar O’Donnell de Ceuta: 100 años de historia’, de los doctores J.A. Martínez, J.A. Moreno y M. Lupiani o en la memoria de los que han trabajado entre estas cuatro paredes.
“En el Morro estaba el conocido como cuartel de los mil hombres que se construyó un siglo antes para albergar a los militares que estaban de paso hacia Marruecos y reunía las condiciones necesarias para convertirse en hospital porque estaba relativamente cerca de la frontera y de la batalla”, explica el coronel médico, Manuel Lupiani, antiguo jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Militar.
Superficie
Así nacieron estas instalaciones que se ubican sobre 42.000 metros cuadrados y que se distribuía en cuatro barracones de mampostería de dos pisos, al que se sumaba otro de dimensiones más reducidas que en la actualidad alberga la farmacia militar.
Era la mejor opción para acoger las dependencias militares de sanidad aunque presentaba numerosas deficiencias. “Las cubiertas no estaban en doble vertiente como ahora, sino tipo terraza y había muchas goteras. No había luz, ni retretes o duchas y los soldados se desinfectaban en un sitio llamado ‘La estufa’ en el Morro”.
Lo llamaron Hospital Militar O’Donnell por el general del mismo nombre que pernoctaba junto a su destacamento de camino a la contienda en Marruecos. Su tropa, integrada por mil hombres, también prestó el nombre al antiguo cuartel que dio paso a las dependencias sanitarias.
Primeros auxilios
Aunque el quirófano era también inexistente y tuvo que habilitarse con posterioridad, si había una especialidad en la que destacaba la sanidad militar esa era, sin lugar a dudas, la cirugía. “En esa época había muchos heridos por bala y en el campo de batalla se hacía la primera cura. De ahí pasaban a los puestos de socorro que al principio se llamaban hospitales de sangre, donde se efectuaba una nueva cura y finalmente se trasladaban al hospital donde entraban al quirófano”.
Aunque las obras que se acometieron en el anterior cuartel mejoraron considerablemente las dependencias, sí es cierto que la carencia de medios obligaba al personal a idear métodos para luchar contra muchas de las enfermedades infecciosas de la época.
“El paludismo lo producía un mosquito que ponía los huevos en las charcas. Pues lo que se hacía era cubrir con petróleo estas zonas para impedir que los pusieran”. Este sistema se completó con la construcción de una balsa con peces de la especia gambusia que se alimentan de las larvas de los mosquitos que provocan esta enfermedad.
En esa misma balsa también se criaban ranas para realizar la prueba de embarazo. “En la rana macho se inyectaba orina de la mujer que llevaba una hormona que en caso de estimular la producción de espermatozoides demostraba que estaba embarazada”.
Perspicacia
El ingenio suplía en más de una ocasión la escasez de personal y materiales y este esfuerzo dio como resultado algunos logros que han quedado escritos en las páginas de la historia de la sanidad militar.
“En 1915 en Ceuta comenzó a hacerse una campaña de vacunación del tifus. La primera vacuna se puso aquí de modo experimental. Todo el personal se vacunó y como vieron el éxito que tuvo se extrapoló al resto de España”, apunta Lupiani. A nivel local, el personal del Hospital Militar puede jactarse de haber sido el primer establecimiento sanitario en haber realizado una laparascopia en 1984.
Su construcción fue en un antiguo cuartel conocido como el de los ‘mil hombres’
Los médicos militares también ejercían como forenses y de ahí nace otra de las anécdotas que el coronel Lupiani recuerda. “Teníamos dos neveras donde se metían los cadáveres. Una noche llegaron dos fallecidos y cuando abrimos uno de estos cubículos nos encontramos con que estaba lleno de yogures que un trabajador había colocado ahí porque normalmente nunca se usaban las dos neveras simultáneamente”.
Numerosas historias que superan los cien años de vida y que en unos meses pasarán a la historia cuando estas dependencias alberguen la nueva Unidad de Reconocimiento Periódica (URP).
Más de 30 años en el servicio | “Como experiencia ha sido sublime”
El coronel médico Manuel Lupiani fue jefe del Servicio de Ginecología en el Hospital Militar donde inició su trayectoria laboral en la década de los 80.
“Primero estuve en el cuerpo de guardia por mi condición de teniente y después pasé al Servicio de Ginecología y Obstetricia como ayudante del doctor Ascaso”.
Resalta de su amplia trayectoria la “experiencia” adquirida, sin olvidar el compañerismo. “Todos han sido excelentes compañeros y muy profesionales. Como experiencia tengo que decir que ha sido algo sublime”.
Un centro subterráneo bajo el propio Hospital O’Donnell
Durante la Guerra Civil española se construyeron unas dependencias sanitarias bajo el propio Hospital O’Donnell, un centro subterráneo para evitar los bombardeos.
“Aunque se dibujó el símbolo de la Cruz Roja en el tejado, dando a entender que era un edificio sanitario y no se podía bombardear, según el Tratado de Ginebra, había gente a la que no le importaba y las bombas seguían cayendo”, asevera Lupiani.
El hospital subterráneo disponía de 50 camas y cinco quirófanos, pero tuvo que descartarse debido a la humedad del lugar. Actualmente, esos túneles, aunque son transitables, están totalmente inundados
Los trabajadores
Antonio Velázquez |Jefe del servicio de anestesia
“Llegué en el año 80 y sólo éramos dos anestesistas. Hemos trabajado y sufrido mucho porque al principio no teníamos casi de nada, ni siquiera podía monitorear al paciente y tenía que tomarles el pulso con el dedo”.
Anécdota: “Había un enfermero que presumía de dormir a los pacientes con hipnosis. Un día el otorrino iba a operar y él comenzó a decirle al paciente: cierra los ojos, te pesan los párpados y el enfermo cerró los ojos. Le dijo al médico que ya tenía al paciente preparado, sin anestesia. Se acercó a él y entonces el paciente abrió los ojos y le preguntó al médico: ¿ya se ha ido el pesado ese?”.
José Gómez-Lama | Jefe del servicio de radiología
“Era un gran hospital con una ocupación media de entre 80 y 100 camas.Teníamos mucho trabajo pero éramos como una gran familia unida y me quedo con ese sentimiento de pertenencia a un grupo de personas que durante un tiempo hizo la historia de la sanidad de Ceuta”.
Anécdota: “Soy cocinillas y en la celebración de la Patrona entraba en la cocina incluso vestido de gala para preparar algún cóctel. Recuerdo la lucha que tenía con Pepe Ramos, que era el jefe de Cocina y no le gustaba mucho que me metiera en la cocina”.
José Ramos | Jefe de cocina
“He trabajado durante 32 años aquí. Teníamos mucho trabajo y la comida era muy buena, con dos o tres dietas que con el tiempo iban mejorando. Aparte de ganar un sueldo por trabajar, recibíamos y dábamos un plus de cariño como una familia”.
Anécdota: “Mi buen amigo Juan el albañil, el Algarrobo llegaba a la cocina preguntando si había algo de comer. Un día le preparamos un cartón empanado, se lo pusimos en un bocadillo y le metió dos bocados y se lo tuvo que sacar de la boca. Era tan generoso que le había dado un trozo a otro compañero y también se lo tuvo que quitar de la boca”.
Miguel Ángel Molina | Oficial de gestión
“Aquí llevo más de media vida, entré en la década de los 80 y estuve seis años en mantenimiento. Después pasé al almacén de despensa ubicado junto a la cocina donde permanecí durante 26 años y posteriormente fue a la farmacia, donde actualmente llevo la gestión del almacén. Había mucho trabajo, pero estoy muy agradecido al Hospital Militar donde he tenido muchas vivencias”.
Anécdota: “Siempre se ha hablado de espíritus que se han visto por aquí. Yo no vi nada, pero en el ambiente hay algo que te hace pensar que puede ser que sí”.
En la memoria
El Museo del Hospital Militar hace un recorrido por la historia
Visitar el Museo del Hospital Militar es realizar un recorrido por la historia. En varias salas se recogen desde instrumental médico, hasta reproducciones de consultas o habitaciones.
En sus vitrinas se pueden conocer los paquetes de cura individual que el soldado llevaba al campo de batalla, mientras que en otras, cientos de años se esconden tras paquetes de cigarrillos elaborados para las tropas y que, curiosamente, se empleaban como tratamiento en enfermedades pulmonares.
Como otro de sus tesoros, y que quizá muchos desconocen, el Museo alberga la letra del himno que Adrián Guerra y Luis de la Calle compusieron para el cuerpo de sanidad ceutí y que, pasó a ser el himno de Sanidad Militar.
Es una pena que desaparezca un hospital con tanta historia.
En el año 1953 ,allí me operaron de un quiste en la pierna, tenía yo 10años, me opero el doctor don Miguel Jiménez tan, que bien se comía allí, siempre me acuerdo de un plato que ponían que era 4 huevos con chicharros como se decía antes,.Pasado cuatro años me volvieron a operar allí ,y que bien se estaba allí.
A mí padre también lo operaron ,Delos tabique nasales , íbamos al hospital como si fuésemos a nuestra casa.
Nosotros vivíamos en el morro al ladito del hospital.
Ahí nacieron mis hijos David y Raquel.los trajo al mundo
D.Jose Luis Sacado Señor,que en gloria este.
Y con el Hospital Militar mi corazón y mi existencia. Allí nací yo el 01.10.1963. Gravias a todos los profesionales que me prestaron su servicio alguna vez.
Mi madre fue en aquella epoca la unica xivil que entro a trabajar como de celadora.ya que en esa epoca solo entraba viudas y huérfanas de militares se llamaba isabel gil