Si tendemos a quedarnos con el pensamiento extendido que se tiene sobre los MENA, sin esforzarnos siquiera en conocer lo que no se nos cuenta, habremos perdido la oportunidad de configurar un juicio acertado en torno a una realidad con la que debemos convivir como ciudad frontera que somos. En la vida ni todo es blanco, ni todo es negro, pero en esta ciudad parece que si abordamos determinados asuntos debe primer ese tipo de razonamiento ‘borreguil’, sin aceptar variables. Y en el caso de los MENA, la losa de la culpabilidad viene marcada a fuego. De eso se han encargado incluso algunas instituciones y medios de comunicación, machacando y equiparando a un colectivo con todos los males que se producían en la ciudad, hasta el punto de negar las verdades cuando éstas demostraban el error.
En el centro de ‘La Esperanza’ conviven casi 200 menores. Cada uno de su padre y de su madre, con su pasado, con sus historias, con sus objetivos. Los profesionales que allí trabajan hacen lo que pueden para intentar ofrecer oportunidades a menores que deben estar protegidos (si usted no piensa así, será mejor que empiece a dar una patada tras otra a los derechos y normas de rango internacional que protegen al menor). Habrá quienes no consientan en mejorar y solo quieran fugarse del centro para huir a la península; también los que terminan cometiendo delitos (insisto, los más graves cometidos por menores en esta ciudad no han sido ejecutados por MENA); pero los hay, y muchos, que se esfuerzan por aprender, por participar en actividades, por conocer el idioma... no siendo merecedores del ‘machaque’ constante ejercido por quienes no aceptan más realidades que las impuestas, las que marca la mayoría, aunque sean falsas.
Hoy hemos decidido dar protagonismo a chicos que están esforzándose por salir adelante, adolescentes que cruzaron la frontera y que han encontrado en el centro una forma de aprovechar el tiempo, dejando atrás una realidad de la que a diario huyen muchos niños. Si no somos capaces de ver la realidad en la amplitud que tiene, no nos asustemos de los sesgos de una vida que nos puede dar demasiadas sorpresas.