Hay deportistas que no saben perder. Algunos ya despuntaban cuando eran pequeños. En mi pueblo hay un vecino que cuando jugábamos a la pelota en la calle y se enfadaba, normalmente porque alguien le daba un pase o le colaba un gol, se llevaba el balón a su casa y se terminaba el juego para todos. Esto también ocurre con los políticos.
El caso más mediático y patológico es el de Felipe González. Felipe González Márquez fue presidente de España desde 1982 a 1996. Es español, y desde 2014 también tiene la nacionalidad colombiana, según consta en la Wikipedia. Siempre le han gustado los “cantos de ida y vuelta”. Para muchos ha sido el mejor presidente de la democracia, al lograr situar a España en el mundo de nuevo. Para otros, simplemente fue el instrumento del régimen franquista para hacer la transición española neutralizando a la izquierda y sin que los poderes fácticos perdieran sus privilegios. Yo prefiero no pronunciarme, de momento, pues aunque hubo un tiempo que sentí gran aprecio por él, en la actualidad ya no es lo mismo, por lo que supongo que no sería objetivo. En su última entrevista, publicada en el diario argentino Clarín, pide claramente al Partido Socialista que deje a Rajoy formar gobierno, “incluso si no se lo merece”. Para ello su propuesta es que en la primera votación digan que no, pero se abstengan en la segunda vuelta. Qué tiempos aquellos del ¡váyase Sr. González!, y de los nuevos ricos españoles. Uno de sus ministros, Solchaga, llegó a decir que España era el lugar en el que más fácilmente se podía hacer uno millonario en menos tiempo. Es evidente que la vieja casta del Partido Socialista se resiste a no seguir mandando en el aparato. Ya han sentenciado a Pedro Sánchez y sólo quieren que se vaya lo antes posible. Si no es por esta razón, no tiene explicación alguna que Felipe González y todos sus “palmeros” y “palmeras” se decante tan claramente por Mariano Rajoy y el Partido de la corrupción. Todo está saliendo, como he escrito en ocasiones anteriores, según el guión establecido por los poderes financieros de este país, con el jefe de Prisa a la cabeza. Y a esta “hoja de ruta” se han apuntado todos aquellos que siguen viviendo bajo el paraguas protector del Partido Socialista, y que no saben hacer otra cosa que no sea formar “camarillas” para conspirar y seguir controlando los resortes del poder. Porque, ¡no me digan que va a ser cosa de masonería!. Sí, lo que oyen. Me explico. Un buen amigo mío, muy conservador y militante del Partido Popular hasta que, según él, dicho partido dejó de ser de derechas, me contó hace poco una historia que me dejó perplejo. Él mismo, en previsión de que no entendiera nada de lo que contaba, me advirtió de que posiblemente pensaría que había perdido la cabeza, pero que estos eran sus pensamientos, después de leer un libro sobre masonería, del que me dio la referencia. Su teoría era que Mariano Rajoy había cambiado por completo desde sus viajes a Iberoamérica. Según me intentaba demostrar, estos viajes habían servido para ser introducido en alguna logia masónica, de la mano de Juan Luis Cebrían. Esta sería la causa, según insistía mi amigo, de que muchas de las reformas que necesitaba el país no hubiesen tenido el calado requerido, habiéndose quedado en simples medidas de cara a la galería. Se refería a la reforma laboral, la del sistema público, la de la Administración Pública, la del poder territorial…y otras cuantas cuestiones pendientes, que, según él, necesitaban una actuación profunda y urgente, aprovechando la extrema debilidad por la que pasaban los sindicatos y los trabajadores, en general, a consecuencia de la crisis económica. Desde ese momento, mi amigo dejó de votar Partido Popular, para decantarse por opciones más de derechas. Evidentemente, si esta teoría fuera cierta, todas las piezas encajarían perfectamente. Sería la obra de una logia masónica, en la que estarían integrados dirigentes del Partido Socialista y del Partido Popular, además de los grandes magnates de la prensa y del poder financiero, que de esta forma seguirían controlando los aparatos del Poder y mantendrían alejados de los mismos a los “rojos” y “masones malos” a los que Franco combatió. Sin embargo, yo creo que la cosa es mucho más sencilla. La razón estructural es que estamos asistiendo a una encarnizada “lucha de clases”, que en la práctica se traduce en que los dos grandes partidos y los grupos mediáticos y financieros que los apoyan, quieren seguir mandando. Y para ello hacen lo que haga falta. Incluso propagar historias sobre supuestas logias masónicas. Que cada cual saque sus conclusiones y coloque a cada partido en uno u otro lado del tablero de las clases sociales. Y es que Carlos Marx llevaba razón….¡Lo que trae el calor!.