Somos un grupo de madres con hijos en el Colegio San Agustín que ante todo queremos mostrar nuestra enorme repulsa a cualquier acto de “violencia o maltrato infantil”, que manifestamos y que condenamos cualquier acto atentatorio contra la vida e integridad de un menor.
Pero también queremos que se nos oiga con respecto a toda esta vorágine desproporcionada, que se ha generado a raíz de una medida cautelar que se ha tomado con respecto a una profesora de infantil que trabaja en este centro escolar y que hasta el momento, está recurrida y no es firme. En esta cuestión ya se la ha juzgado, sentenciado y condenado socialmente, a través de redes sociales y medios de comunicación para el resto de su vida. Las personas que conocemos a la Señorita, sabemos perfectamente cómo es; y es que le hemos confiado la educación de nuestros propios hijos durante años, pudiendo constatar no sólo el progreso de nuestros pequeños sino el gran cariño y admiración que estos le tienen. Miles de momentos llenan el álbum de recuerdos de nuestros hijos con ella, que llegaban a casa contando como su señorita los ayudaba a levantarse cuando se caían o los reconfortaba con un beso por sus logros, como celebraban juntos las victorias deportivas y festejaban cada cumpleaños en clase… una clase que siempre estaba abierta a nosotros, los padres. Hemos compartido con ella experiencias inolvidables siendo una compañera nuestra en la difícil tarea de educar a nuestros hijos en las primeras etapas de la vida y ha dedicado muchas horas a su trabajo que no serán remuneradas ni recompensadas por nadie más que por los pequeños, que junto a ella han sido felices y que a día de hoy, la echan mucho de menos. Las madres que hemos tenido el orgullo de haber tenido a nuestros hijos con esta maestra – tres años y en algunos casos hasta seis, con dos promociones- le mostramos nuestro total apoyo por todo esto que está ocurriendo y que también están sufriendo tanto el centro escolar, el personal docente y todas aquellas personas que día a día contribuyen a la formación y al crecimiento de nuestros hijos. Tenemos claro que los hogares y la escuela han de ir de la mano en la complicada tarea de educar y formar. No lo olvidemos. Por favor, por el bien de nuestros hijos ahora y en el futuro, pongamos un poco de sensatez en todo esto. La época de las lapidaciones en público y la caza de brujas, gracias a Dios han pasado. Todavía no ha habido juicio, pero han condenado en la calle a una chica que con mucho criterio y cariño, ha guiado y orientado a nuestros hijos y a nosotros sus padres, para sacar lo mejor de cada uno de ellos. Todos los que nos pronunciamos aquí, sólo tenemos palabras de apoyo y agradecimiento para nuestra primera maestra.