Densos y lluviosos nubarrones impidieronel pasado viernes a los ceutíes disfrutar de la contemplación en directo del eclipse parcial de sol, primero del siglo XXI. Nos hemos tenido que contentar con el sucedáneo de las imágenes emitidas por la tele. No obstante, este hecho ha traído a mi memoria una graciosa anécdota que contaba mi padre y que paso a relatar.
Correrían los primeros años del pasado siglo cuando en un luminoso pueblo del Aljarafe sevillano residía cierto individuo llamado Curro, vago por naturaleza y dado a subsistir dando pequeños sablazos. Un día decidió acudir a la hermosa casa de Doña Carmen, una de esas señoras ricas por su cuna, propietaria de varios cortijos, que prefirió quedarse a vivir en su pueblo natal, evitando el bullicio de la capital.
Doña Carmen estaba sentada, bordando, junto a la bella y cantarina fuentecilla de su florido patio, cuando vio a Curro, que discutía en la cancela con una sirvienta, reacia a dejarlo pasar. Como la señora le tenía cierto afecto al ganapán de Curro, pues le caía bien por su gracejo para pedir, ordenó que lo dejasen entrar, y allá vino Curro, tras pedir permiso, quitándose una astrosa gorrilla, en señal de respeto, al saludar a Doña Carmen. Ésta, sin dejarle hablar, le dijo:
.¿Ya estás aquí otra vez para pedir, Curro? ¿Qué historia me traes hoy? - Pues ná, señá Carmen .contestó el interrogado- que he perdío los cuatro reales que tenía y hoy no tengo ni pá comé.
-¿Pero no te da vergüenza, con más de treinta años que tienes ya, andar siempre trampeando, sin oficio ni beneficio? Ante esta última frase Curro se puso muy digno y respondió: - Perdone. señá Carmen, pero eso no es verdad. Yo tengo un oficio, soy ajumaó de cristale pa cuando hay eclipse.
-Ante tan ingeniosa salida, Doña Carmen no tuvo más remedio que reír y darle al vivales de Curro nada menos que un duro de los de entonces
Ni en aquellos tiempos ni ahora podría nadie subsistir ahumando cristales para que la gente pudiese ver los eclipses. En la actualidad, además, la industria ya produce gafas especiales para ello, aun cuando todavía quedan muchas personas que siguen utilizando el viejo método del cristal ahumado. Los últimos eclipses han tenido lugar con dieciséis años de diferencia, en 1999 y en 2015. El próximo se anuncia para el año 2026.
Me pregunto qué votaría hoy Curro, con esa chispa que tenía. Aunque eso de trabajar solamente cada diez o quince años, ahumando cristales, no sería una mala profesión. Si diese para vivir.