A Ceuta le sobran héroes ficticios, de esos que alardean de discursos que luego no aplican en su propio ámbito, así que terminan dando ejemplo público de algo en lo que ni creen. Si nos ponemos a analizar la de sectores que basan su acción en el ya caduco discurso del amor a Ceuta basado en los golpes en el pecho, podremos llegar a la conclusión de que el mismo es falso.
A la vista está, incluso quienes hasta se atreven a regañarnos públicamente porque compremos en mercados peninsulares o acudimos a buscar la oferta callejera del zoco de Castillejos, han cogido las maletas y se han marchado al otro lado del Estrecho. Una opción basada en la libertad de cada uno pero que no cuadra con los que, creyéndose más papistas que el Papa, pretenden darnos una imagen que en el fondo es falsa.
Todo es política y todo se mueve por puro interés. Los grupos de poder extienden sus tentáculos, toman decisiones, dan pasos basados públicamente en unos fines en los que ellos ni creen. Cada vez más se va extendiendo un mensaje de desánimo entre el resto de la población que es la que sufre de lleno los problemas de una Ceuta que avanza asfixiada, sometida a las presiones de sus dos fronteras, esperanzada en la obtención de fondos que serán mal distribuidos y pésimamente invertidos. Es esa gente la que soporta el peso mientras los mensajes difundidos por los grupos de presión van perdiendo su efectividad porque la ciudadanía comprueba que no son reales, que no son efectivos que, en definitiva, no les solucionan sus problemas, no les ayudan. Los héroes son de barro, aunque ellos piensen que nunca se derrumbarán.