Son Jesús, Santi y Juanma, la selección infantil de tenis de mesa. Un entusiasta equipo que representará a nuestra ciudad en los campeonatos de España de selecciones autonómicas, que se celebrará en Badajoz estos días. Son pequeños en estatura, pero grandes en ilusión. Como podéis imaginar se trata de un trofeo donde concurre la élite de los chavales del país. Llegarán los campeones de cada federación autonómica. Algunos de ellos, a pesar de su temprana edad, habrán participado ya en concentraciones internacionales con maestros de nombre chino o alemán. Chavales que en su día sintieron la llamada del talento, y se entregaron al estudio de la técnica de este complejo deporte. No es extraño que lleguen a su casa, hagan rápido las tareas, y se vayan a su club para sudar hasta bien entrada la tarde noche. Dos horas al día, siete días a la semana; una adicción que se mete por los ojos y te ayuda a vivir.
Frente a ellos, nuestros jugadores. Ellos sintieron la llamada de la curiosidad, y se presentaron en la sala para ver qué eso del tenis de mesa, del que ya sabían algo por la típica mesa en las quincenas del hotel del verano.
Poco a poco, hemos ido formando un grupo de trabajo, en dos sesiones semanales. Poco a poco, hemos logrado controlar la bola en los ejercicios básicos de efecto; pero la aceleración que logramos se corresponde más bien con lo que sería la liga provincial de Cádiz.
Entonces, ¿cómo es que enfrentamos a nuestros jugadores con otros que doblan su velocidad y comprensión de los efectos?
Es la llamada de la técnica: en tenis de mesa basta con “ser”. Quizá en esta ocasión sea prematuro hablar de disputar un partido, pero hay que tener en cuenta que tienen por delante otros tres años en el mismo campeonato. Al observar la gestualidad de sus aventajados rivales, mejorarán su nivel personal, y el “gusanillo” por ser uno de ellos hará que pidan entrenar el doble de lo que hacen ahora (si bien para esto necesitaríamos también una sala fija).
En definitiva, hay jugadores que sienten la llamada del talento, y hay jugadores a los que les basta con ser. Nadie está exento de sentir la felicidad.
Lo que sí depende de nosotros, y yo les pido, es la actitud para resolver el problema que se plantea en cada jugada; nunca bajar los brazos. Siempre saber encajar una derrota, y sentir como natural la propia victoria.
En cuanto a mí, sigo mi máxima. Para ser entrenador de tenis de mesa basta con entrenar a diario y mantener la ilusión del grupo.
Un aplauso para ellos que se van a medir a los mejores. ¡Viva el deporte!