Está claro que las ayudas sociales no pueden estirarse para atender todos los casos desgraciados que llegan a nuestro conocimiento. Pero eso no quita que se intente, cuando menos, conseguir que la solidaridad de todos sirva para un buen fin. En este caso debe servir para ayudar al pequeño Moussa, un niño marroquí que sufrió graves quemaduras en un brazo al sufrir una descarga eléctrica en un poste de alta tensión. Ha sido ‘Enfermos sin Fronteras’ los que, a través de las redes sociales, han difundido la historia de este niño. A su clamor se han sumado más personas que, desde sus pequeños círculos de acción, han intentado buscar dinero, dar a conocer este caso o lograr contactos. El objetivo es bueno: conseguir que este niño que estaba cuidando el rebaño familiar no pierda el brazo. Su familia ha agotado todo el dinero disponible para atenderle, ya, sin economía para seguir adelante, quieren obtener el apoyo e implicación de la gente solidaria. Y en Ceuta hay mucha. Ya, pocos días después de publicarse su historia, se están organizando cenas y se están tocando un montón de puertas para conseguir la cercanía necesaria.
La historia de Moussa es noble. Todos podemos hacer un poco por él, como se ha hecho para ayudar a otros pequeños, marroquíes o no, buscando mil y una maneras sociales de conseguir fondos que, sabemos, van a ir destinados a una buena causa. A mí, particularmente, me ha enamorado la mirada picarona de este pequeño. ¿La recuerdan? Es la mirada de un niño, como la de tantos otros: Eliú, Adam... ellos sufren el dolor pero no entienden de nada más. Para eso estamos los mayores, para intentar ponérselo más fácil. ¿No creen?