Este señor Wert de tan amplio como revelador currículum en la cosa pública y en la cosa privada, nunca podía haber soñado, empero, con un puesto desde el que, a base de adoctrinamiento sectario, pudiera hacer tanto daño a las luces y a la instrucción de los españoles, pero el presidente Mariano Rajoy, que como se sabe es un portento eligiendo ministros, se lo regaló.
Ahora bien; imbuido de su alta misión e impelido por ella, el señor Wert no se ha conformado con suprimir la Educación para la Ciudadanía, que sonaba como a republicano, con inyectarle moral y algo más que moral a la salvaje fiesta de los toros o con ahormar la Educación Pública a los añejos principios de las castas, sino que se ha creído en la necesidad, y en la obligación, de "españolizar" a los niños catalanes, dando por sentado con ello, de entrada, que éstos no son españoles ni poco ni mucho, sino nada de nada.
Por fortuna, en las Españas (concepto verdadero y plural éste que, como tantos, desconoce el señor Wert), hay gente más sensata y más preclara que el ministro que ha sido educado por los marianistas.
Por ejemplo, Andrés Rábago, "El Roto", que en su viñeta de El País entiende la cuestión nacionalista de otra manera: Una anciana pregunta a su nieto si siente el orgullo de ser español, a lo que el niño, cabizbajo, responde: "Abuela, a mí me da vergüenza ser de cualquier sitio".
En efecto, y tal como son y están los sitios, casi todos los sitios, imperando en ellos la injusticia, el abuso institucional, el latrocinio, el paro, la represión, el hambre, la golfería política, la ignorancia, la barbarie, la mediocridad y la idiocia, a uno le da vergüenza, le tiene que dar vergüenza por narices, ser de cualquier sitio.