Este lunes voy a desviar mi atención hacia un tema algo más personal y quizá menos árido para los posibles lectores, que no sea el habitual y ya tan repetido de la Historia de Ceuta - aunque siempre resulte tan rica y apasionante - que hoy voy a cambiar por los recuerdos que de esta preciosa ciudad conserva desde hace más de medio siglo un buen amigo mío extremeño, Ángel Valadés Gómez, del que siempre digo que hay que tratarlo de “Don” dos veces, una, porque nació en “Don” Benito, ciudad de unos 40.000 habitantes, situada en las Vegas Altas del Guadiana y una de las más bonitas de la provincia de Badajoz; y, la otra, porque reside en “Don” Álvaro, en un lindo chalet a orillas del río Guadiana, próximo a Mérida, mi ciudad natal, aun cuando siempre digo que soy de Mirandilla porque allí me crié, allí viví mi infancia y allí me dio cuna mi querida tierra, la noble Extremadura.
Mi amistad con Ángel Valadés trae causa de que hacia el año 1990 se creó en Mirandilla el Memorial a Juan Gómez, “Juanito”, en recuerdo a aquel célebre jugador del Real Madrid de vieja leyenda, nacido en Fuengirola, que se daba las carreras más veloces disputando el balón a los contrarios. “Juanito” fue después entrenador del Mérida Club Deportivo, y en una visita que realizó a Mirandilla quedó tan prendado de mi pueblo y su gente que prometió crear allí un torneo de toques de balón. Pero, lamentablemente, su idea se vio luego truncada al haber fallecido en un accidente de tráfico cuando viajaba de Madrid a Mérida. Entonces, mi amigo Ángel Valadés; el Alcalde de Mirandilla, Eladio Mogollón; Miguel Donoso, un mirandillés que es tricampeón del mundo en 50 kms. campo a través; el cura del pueblo, Manuel Lagar, Francisco Andrades y otros parroquianos, hicieron suya la idea del malogrado “Juanito” y, para honrar su memoria, crearon y dieron vida al torneo internacional que “Juanito” prometió, en el que se batieron varios récords mundiales de toques de balón, que llegaron a alcanzar hasta 100.300 toques en 7 horas sin caer el balón de la bota del campeón al suelo.
Y el presentador radiofónico y alma mater de aquel torneo era el amigo Ángel; porque él es periodista, gran maestro de la comunicación, locutor de radio en varias emisoras extremeñas, director, columnista de reconocido prestigio en la mayoría de los periódicos de Extremadura, en los que siempre se ha destacado por ser un valiente y tenaz defensor de las causas justas, y también popular pregonero muy popular en la fiesta de su ciudad y de muchos pueblos extremeños. Y Ángel, también perteneció al Gabinete Técnico de otro ilustre extremeño, que fue Ministro de Sanidad y Seguridad Social en el primer Gobierno de Adolfo Suárez, Enrique Sánchez de León, Abogado en Madrid de reconocido prestigio. Y de su estancia aquella época en la capital madrileña me cuenta que cenaba en el restaurante “La Trucha”, próximo a calle El Príncipe y al Teatro Español, que servían un exquisito plato de “verbenas de ahumados” (acedías). Y ese restaurante tenía entonces enmarcado en una de sus paredes el conocido poema de Luis López Anglada, que Ángel todavía recuerda y recita: “Ceuta es pequeña y dulce/ está acostada en los brazos del mar/ como si fuera una niña dormida que tuviera/ la espuma de las olas por almohada...”.
Como principal protagonista de aquel torneo internacional, el amigo Ángel, unas veces micrófono en ristre y otras veces con su fina e incisiva pluma se erigió públicamente en valedor de Mirandilla, porque él es un perfecto caballero y todo un señor. Y como a quien acredita ser amigo de mi pueblo yo también lo tengo por amigo mío, pues ahí fue donde nació nuestra sincera amistad. Pero la principal razón de que hoy lo traiga aquí a colación, son los numerosos recuerdos que guarda de Ceuta desde que la visitara por primera vez allá por la década de 1950 y posteriores, que con su prodigiosa memoria me cuenta. Y es que Ángel comenzó a venir a esta ciudad cuando era niño. Lo traía un tío suyo, Manuel Hurtado Gómez, que era muy aficionado al fútbol. Tío y sobrino eran hinchas del Deportivo Don Benito, porque era el equipo de su tierra y había que ir donde fuera a apoyarlo y defenderlo. Y como el Don Benito y el Ceuta disputaban la liguilla para el ascenso a Segunda División en el campo ceutí del “Alfonso Murube”, junto con el Melilla, Betis, Iliturgi, Cacereño, etc, pues los dos se venían en coche hasta Algeciras y luego cogían el barco, que sería la célebre “Paloma”, que los traía hasta Ceuta a animar a su equipo.
Me refiere que el “Alfonso Murube” era entonces un campo con muchos palcos reservados a los Jefes militares y con muchos Soldados con visera militar en las gradas, porque gozaban de un precio especial pero era condición indispensable que fueran vestidos de uniforme. Tiene muy buenos recuerdos de la Ceuta de aquellos años; aunque en una ocasión le fastidió bastante tener que esperar hasta tres días que el barco saliera desde Algeciras para Ceuta por causas de un temporal de levante de esos que aquí son capaces de remover hasta el campo de fútbol; de manera que el partido tuvo que aplazarse el domingo y jugarse el miércoles siguiente. Los temporales de levante y las navieras creo que debe ser casi lo único que del viaje a esta preciosa ciudad desagrade a los visitantes que los hayan sufrido, por la absoluta falta de información a que someten a los pasajeros, importándoles un bledo que la gente esté totalmente desinformada como también que desde las Instituciones gubernamentales y locales de vez en cuando se anuncie públicamente que se van a tomar cartas en el asunto, cuando es más que sabido que luego, en cuanto el temporal se calma, todo se queda en “aguas pasadas”.
Recuerda Ángel que en aquella época jugaba en el Ceuta un central llamado Valero que era alto y corpulento, con bigote, y que siendo ya veterano acabó jugando en el Cacereño; y que también jugaba en el equipo ceutí un tal Oramas que era buenísimo, porque entonces los locales solían nutrir sus filas con jugadores de Primera y de Segunda División que venían aquí obligados a hacer la mili y, como militares que eran, disfrutaban de un régimen cuartelero especial que les interesaba a ellos y también le convenía al equipo porque jugaban gratis. Luego, ya siendo un mozalbete, cuenta que allá por el 1956 ó 1957, vio al Atlético de Ceuta fusionado con el Atlético de Tetuán, cambiando los colores del equipo, que de camisa blanca y pantalón azul oscuro pasó a vestir de rojo y blanco. Y en los años de 1960, cuando hizo la mili como Alférez de Complemento de Ingenieros en Melilla, presenció allí un partido Melilla-Ceuta en el campo “Álvarez Claro”, en cuya liguilla los melillenses se alzaron con el ascenso a Segunda División, manteniendo ambos equipos una fuerte rivalidad.
A partir de la década de 1990, Ángel empezó ya a venir a radiar los partidos como comentarista y locutor deportivo que fue de una cadena de TV, y volvía siempre que jugaban en Ceuta el Mérida, el Badajoz, o el Deportivo Balompié de Don Benito. Dice que no había cabinas en el campo, y tenía que radiar el partido colocado detrás de la portería y casi implorando que no se cortara el fluido eléctrico, porque le decían que los cables estaban instalados bajo el agua del Estrecho. Y debe ser que todavía se mantenga aquella vieja instalación, porque idénticas anomalías de cortes eléctricos continúan aun dándose en Ceuta con tan excesiva como extraña frecuencia. Ángel Valadés lo recuerda todo al detalle con su portentosa memoria, y refiere que el nombre dado al campo “Alfonso Murube” se debió a que allá por la década de 1930 hubo un jugador que primero jugó en su ciudad, en el Deportivo Balompié Don Benito, y después disputó una eliminatoria contra el mismo Barça de Zamora y Samitier. Añade que era muy bueno y organizaba muy bien el juego en equipo combinándose con sus compañeros, y que luego pasó al Ceuta, donde hizo la mili, para terminar muriendo en combate durante la Guerra Civil. Y, en recuerdo de su paso por el Ceuta y de su calidad tanto deportiva como humana, junto a la desgracia de que muriera tan joven y en tan trágicas circunstancias, pues fue por lo que las Autoridades, Directiva y afición coincidieron en bautizar el campo del Ceuta con su propio nombre. Confieso que yo lo desconocía por completo.
Nuestro personaje de hoy, en fin, todavía le gusta leer El Faro de Ceuta por Internet desde su residencia de Don Álvaro, y hasta tiene la santa paciencia de seguirme en mis prolijos y pesados artículos de los lunes, cosa que me honra y que mucho le agradezco, porque me ilustra con los comentarios que me hace y siempre aprendo algo nuevo de él, dado que es un eximio escritor, con una amplia cultura y una sólida formación en todas las ramas del saber, sobre todo, en temas costumbristas y de la vida real de Don Benito y de todos los pueblos de su comarca, que se los conoce al dedillo, porque ha dado pregones de fiestas, conferencias, presentaciones de libros, veladas culturales, junto con alguna que otra degustación de los buenos productos ibéricos de Extremadura, bien regados con algún vasillo del típico vino extremeño de “pitarra” (de propia cosecha), que tanto aviva los sentidos.
Pues, amigo Ángel Valadés Gómez, es para mí un honor haber relatado en El Faro algunas de tus evocaciones sobre Ceuta. Ojalá que por muchísimos años más sigas guardando tan buenos recuerdos de esta españolísima ciudad, tan bonita, tan acogedora y tan hospitalaria, para que con tu portentosa lucidez nos sigas ilustrando con las cosas que de ella cuentas, y continúes siendo de Don Benito y de toda nuestra querida Extremadura todo un templo de sabiduría puesta al servicio de quienes te seguimos y de verdad te apreciamos.
Mi amistad con Ángel Valadés trae causa de que hacia el año 1990 se creó en Mirandilla el Memorial a Juan Gómez, “Juanito”, en recuerdo a aquel célebre jugador del Real Madrid de vieja leyenda, nacido en Fuengirola, que se daba las carreras más veloces disputando el balón a los contrarios. “Juanito” fue después entrenador del Mérida Club Deportivo, y en una visita que realizó a Mirandilla quedó tan prendado de mi pueblo y su gente que prometió crear allí un torneo de toques de balón. Pero, lamentablemente, su idea se vio luego truncada al haber fallecido en un accidente de tráfico cuando viajaba de Madrid a Mérida. Entonces, mi amigo Ángel Valadés; el Alcalde de Mirandilla, Eladio Mogollón; Miguel Donoso, un mirandillés que es tricampeón del mundo en 50 kms. campo a través; el cura del pueblo, Manuel Lagar, Francisco Andrades y otros parroquianos, hicieron suya la idea del malogrado “Juanito” y, para honrar su memoria, crearon y dieron vida al torneo internacional que “Juanito” prometió, en el que se batieron varios récords mundiales de toques de balón, que llegaron a alcanzar hasta 100.300 toques en 7 horas sin caer el balón de la bota del campeón al suelo.
Y el presentador radiofónico y alma mater de aquel torneo era el amigo Ángel; porque él es periodista, gran maestro de la comunicación, locutor de radio en varias emisoras extremeñas, director, columnista de reconocido prestigio en la mayoría de los periódicos de Extremadura, en los que siempre se ha destacado por ser un valiente y tenaz defensor de las causas justas, y también popular pregonero muy popular en la fiesta de su ciudad y de muchos pueblos extremeños. Y Ángel, también perteneció al Gabinete Técnico de otro ilustre extremeño, que fue Ministro de Sanidad y Seguridad Social en el primer Gobierno de Adolfo Suárez, Enrique Sánchez de León, Abogado en Madrid de reconocido prestigio. Y de su estancia aquella época en la capital madrileña me cuenta que cenaba en el restaurante “La Trucha”, próximo a calle El Príncipe y al Teatro Español, que servían un exquisito plato de “verbenas de ahumados” (acedías). Y ese restaurante tenía entonces enmarcado en una de sus paredes el conocido poema de Luis López Anglada, que Ángel todavía recuerda y recita: “Ceuta es pequeña y dulce/ está acostada en los brazos del mar/ como si fuera una niña dormida que tuviera/ la espuma de las olas por almohada...”.
Como principal protagonista de aquel torneo internacional, el amigo Ángel, unas veces micrófono en ristre y otras veces con su fina e incisiva pluma se erigió públicamente en valedor de Mirandilla, porque él es un perfecto caballero y todo un señor. Y como a quien acredita ser amigo de mi pueblo yo también lo tengo por amigo mío, pues ahí fue donde nació nuestra sincera amistad. Pero la principal razón de que hoy lo traiga aquí a colación, son los numerosos recuerdos que guarda de Ceuta desde que la visitara por primera vez allá por la década de 1950 y posteriores, que con su prodigiosa memoria me cuenta. Y es que Ángel comenzó a venir a esta ciudad cuando era niño. Lo traía un tío suyo, Manuel Hurtado Gómez, que era muy aficionado al fútbol. Tío y sobrino eran hinchas del Deportivo Don Benito, porque era el equipo de su tierra y había que ir donde fuera a apoyarlo y defenderlo. Y como el Don Benito y el Ceuta disputaban la liguilla para el ascenso a Segunda División en el campo ceutí del “Alfonso Murube”, junto con el Melilla, Betis, Iliturgi, Cacereño, etc, pues los dos se venían en coche hasta Algeciras y luego cogían el barco, que sería la célebre “Paloma”, que los traía hasta Ceuta a animar a su equipo.
Me refiere que el “Alfonso Murube” era entonces un campo con muchos palcos reservados a los Jefes militares y con muchos Soldados con visera militar en las gradas, porque gozaban de un precio especial pero era condición indispensable que fueran vestidos de uniforme. Tiene muy buenos recuerdos de la Ceuta de aquellos años; aunque en una ocasión le fastidió bastante tener que esperar hasta tres días que el barco saliera desde Algeciras para Ceuta por causas de un temporal de levante de esos que aquí son capaces de remover hasta el campo de fútbol; de manera que el partido tuvo que aplazarse el domingo y jugarse el miércoles siguiente. Los temporales de levante y las navieras creo que debe ser casi lo único que del viaje a esta preciosa ciudad desagrade a los visitantes que los hayan sufrido, por la absoluta falta de información a que someten a los pasajeros, importándoles un bledo que la gente esté totalmente desinformada como también que desde las Instituciones gubernamentales y locales de vez en cuando se anuncie públicamente que se van a tomar cartas en el asunto, cuando es más que sabido que luego, en cuanto el temporal se calma, todo se queda en “aguas pasadas”.
Recuerda Ángel que en aquella época jugaba en el Ceuta un central llamado Valero que era alto y corpulento, con bigote, y que siendo ya veterano acabó jugando en el Cacereño; y que también jugaba en el equipo ceutí un tal Oramas que era buenísimo, porque entonces los locales solían nutrir sus filas con jugadores de Primera y de Segunda División que venían aquí obligados a hacer la mili y, como militares que eran, disfrutaban de un régimen cuartelero especial que les interesaba a ellos y también le convenía al equipo porque jugaban gratis. Luego, ya siendo un mozalbete, cuenta que allá por el 1956 ó 1957, vio al Atlético de Ceuta fusionado con el Atlético de Tetuán, cambiando los colores del equipo, que de camisa blanca y pantalón azul oscuro pasó a vestir de rojo y blanco. Y en los años de 1960, cuando hizo la mili como Alférez de Complemento de Ingenieros en Melilla, presenció allí un partido Melilla-Ceuta en el campo “Álvarez Claro”, en cuya liguilla los melillenses se alzaron con el ascenso a Segunda División, manteniendo ambos equipos una fuerte rivalidad.
A partir de la década de 1990, Ángel empezó ya a venir a radiar los partidos como comentarista y locutor deportivo que fue de una cadena de TV, y volvía siempre que jugaban en Ceuta el Mérida, el Badajoz, o el Deportivo Balompié de Don Benito. Dice que no había cabinas en el campo, y tenía que radiar el partido colocado detrás de la portería y casi implorando que no se cortara el fluido eléctrico, porque le decían que los cables estaban instalados bajo el agua del Estrecho. Y debe ser que todavía se mantenga aquella vieja instalación, porque idénticas anomalías de cortes eléctricos continúan aun dándose en Ceuta con tan excesiva como extraña frecuencia. Ángel Valadés lo recuerda todo al detalle con su portentosa memoria, y refiere que el nombre dado al campo “Alfonso Murube” se debió a que allá por la década de 1930 hubo un jugador que primero jugó en su ciudad, en el Deportivo Balompié Don Benito, y después disputó una eliminatoria contra el mismo Barça de Zamora y Samitier. Añade que era muy bueno y organizaba muy bien el juego en equipo combinándose con sus compañeros, y que luego pasó al Ceuta, donde hizo la mili, para terminar muriendo en combate durante la Guerra Civil. Y, en recuerdo de su paso por el Ceuta y de su calidad tanto deportiva como humana, junto a la desgracia de que muriera tan joven y en tan trágicas circunstancias, pues fue por lo que las Autoridades, Directiva y afición coincidieron en bautizar el campo del Ceuta con su propio nombre. Confieso que yo lo desconocía por completo.
Nuestro personaje de hoy, en fin, todavía le gusta leer El Faro de Ceuta por Internet desde su residencia de Don Álvaro, y hasta tiene la santa paciencia de seguirme en mis prolijos y pesados artículos de los lunes, cosa que me honra y que mucho le agradezco, porque me ilustra con los comentarios que me hace y siempre aprendo algo nuevo de él, dado que es un eximio escritor, con una amplia cultura y una sólida formación en todas las ramas del saber, sobre todo, en temas costumbristas y de la vida real de Don Benito y de todos los pueblos de su comarca, que se los conoce al dedillo, porque ha dado pregones de fiestas, conferencias, presentaciones de libros, veladas culturales, junto con alguna que otra degustación de los buenos productos ibéricos de Extremadura, bien regados con algún vasillo del típico vino extremeño de “pitarra” (de propia cosecha), que tanto aviva los sentidos.
Pues, amigo Ángel Valadés Gómez, es para mí un honor haber relatado en El Faro algunas de tus evocaciones sobre Ceuta. Ojalá que por muchísimos años más sigas guardando tan buenos recuerdos de esta españolísima ciudad, tan bonita, tan acogedora y tan hospitalaria, para que con tu portentosa lucidez nos sigas ilustrando con las cosas que de ella cuentas, y continúes siendo de Don Benito y de toda nuestra querida Extremadura todo un templo de sabiduría puesta al servicio de quienes te seguimos y de verdad te apreciamos.