Hay asuntos que merecen una explicación. Lo merecen porque no se puede despachar la convocatoria de un concurso para ofrecer Educación Vial publicándolo en el BOCCE y quedándonos tan panchos. Con la que está cayendo como que no. La rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno ofrecida ayer hubiera sido un buen momento para explicar dos cosas: por qué se saca este concurso y con qué objetivo. Yo, particularmente, todavía no lo entiendo.
Vamos a ver, si durante años y años ha sido la Policía Local la que ha enseñado Educación Vial a los escolares en la Marina, sin que nos costara un euro, ¿por qué ahora es necesario sacar un concurso de 72.000 euros para que alguien ofrezca las mismas clases? Que recuerde iban los policías con las bicicletas que se compraron en su día y que están en la Jefatura, llamaban a los medios, fotografiábamos a los niños haciendo recorridos y atendiendo las normas viarias... y santas pascuas. La chavalería se iba contenta tras recibir una gorrita, posaban para el periódico con su señorita y los policías volvían a la Policía con el trabajo hecho, incluido como horas contempladas en su sueldo. ¿Gasto a la Ciudad? Cero.
¿Ahora a qué viene este concurso cuando hace nada se ha tumbado el de la basura y se ha medido al detalle el nuevo pliego para no levantar suspicacias? No sé ni la de veces que la Ciudad ha dicho eso de ‘es un contrato transparente, objetivo, para que no haya conclusiones subjetivas erróneas’. Me he cansado de escuchar la cantinela. Pues ahora vienen y publican en el BOCCE, sin explicarlo después a los medios, este concurso al que no encuentro explicación alguna.
Estos sí que son los detalles que provocan rumores en la calle, que generan críticas porque todos las familias saben cómo funcionaba esto de la Educación Vial hasta ahora. Y además, lo peor de todo, es que todos sabremos al final a quien le adjudican el concurso y depende quien se lleve el gato al agua se le dará con mayor o menor virulencia a la sin hueso, lo que repercutirá directamente en la impresión que se tiene de la clase política.
Hace unos días don Juan decía que él no iba a contribuir a la demonización de la clase política. Y no le faltaba razón, ya que por culpa de chorizos, corruptos y sinvergüenzas, hemos terminado por odiar todo lo que huele a política olvidándonos de la buena gente que sí quiere hacer de su trabajo algo, cuando menos, honesto.
A la frase del presidente le faltaba una puntilla: la clase política termina demonizada porque los propios políticos han provocado con sus acciones que se de pie a esa repulsa social. Como ciudadana quisiera una explicación a algo tan sencillo: ¿por qué ahora hay que pagar lo que antes era gratis?