Es estupendo comentar mi grata sorpresa por la cantidad de ciudadanos que el jueves recorrió el centro de Ceuta para expresar su protesta por la deriva de una política extraordinariamente salvaje que está aplicando el Gobierno contra los empleados públicos que, en el caso de Ceuta es contra todos los ciudadanos, por razones obvias. No me parece fundamental entrar en ese viejo debate que supone cifrar la cantidad de manifestantes. Que si fueron 1.000, que si 2.000... fueron muchos teniendo en cuenta lo terriblemente difícil que resulta movilizar a los ceutíes. Es verdad que el peso de la indignación era mayor en las aceras que en la calzada. Pero como veterano seguidor de las cosas que pasan aquí, puedo afirmar con rotundidad que nunca, exceptuando las protestas callejeras por el asesinato de M. Blanco, la Autonomía o ‘El Libro Blanco de Fraga’, nunca, insisto, nunca, una manifestación por los derechos de los trabajadores, por contextualizarla de algún modo, había reunido a tanta gente. Resultó gratificante ver a policías locales, nacionales de las escalas básica y superior, maestros, sanitarios, militares, administrativos, técnicos o periodistas unidos, todos, contra la ruina que ya se ceba con España, con los españoles, con gente trabajadora a la que ya le están destrozando la vida sin ningún tipo de opción a participar en la toma de decisiones del macabro listado de atrocidades que se está cargando nuestro bien peleado, con mucho esfuerzo y sacrificio, estado del bienestar.
El 19-J no dejé a nadie de los que miraba que me terminaran de decir: “esto no sirve para n...”, o camino de la ‘mani’ a decepcionados votantes de Rajoy literalmente acojonados: “tú sabes cómo es esta ciudad, Jose, si voy me echan”. ¿Me echan? Pero si ya nos han echado de todas partes. Los asaltos a la sanidad pública, a la escuela pública, a la cultura, a la asistencia social, a la sonrisa de un niño a quién veremos cómo le contamos la extraña Navidad que nos espera. Cómo contarles por qué hemos llegado hasta aquí y quiénes han pepetrato esta indignidad. ¿Cómo lo haremos?. Nos han echado de nuestras propias vidas y nos toca reinventar otras.
En cualquier caso quiero quedarme con lo esperanzador del día 19 de julio, “histórico”. Es verdad que por mi salud hice el recorrido aturdido, pero mereció la pena. ¿Quién mejor que yo, reiteradamente recortado en mi salario y, desde hace unas semanas, también afectado por el copago farmacéutico, para estar en la movilización?
Confío en que la próxima vez seamos más. Que seamos todos. Porque por este camino Ceuta tiene los días contados.