Me quedaré con las ganas de saber los detalles de ese encuentro entre Márquez y los sindicatos. El delfín de Vivas evitará hacer mención a lo realmente interesante a través de sus tuiteos, así que nos quedaremos con la duda de si lo vivido esta semana ha sido real o no. A mí, particularmente, me ha resultado vergonzoso. Cuando a los guardias civiles (¿trabajan también no?) les jodió el PSOE sus derechos y libertades de un plumazo, permitiendo a los generales expedientar a diestro y siniestro, el crackrracao no ofrecía ruedas de prensa apoyándoles y llamando a las barricadas en plan rojo solidario. Agachaba la cabeza para que don José, el de la Zeituna, no se cabreara. Ahora todo es distinto y para solidarizarse con los del silbato se reúne con ellos y les ofrece todo su apoyo. Pensé que se me estaba contando un chiste, pero era la purita realidad.
El PP también ha dado su particular espectáculo. Pero lo ha hecho de otra forma. Se reúne, pone buena cara para la foto y nos sorprende con una serie de modificaciones que no se explican porque como somos tontos, no nos vamos a dar cuenta. Ya empezamos con los matices y las exclusiones. Ahora no sólo no se va a tocar ni a los policías ni a los bomberos, sino que se añaden nuevas categorías que no se verán afectadas. Ya no se va a ver afectado un 30% de los trabajadores, sino la mitad. Nadie pone el dedo en la llaga para debatir la necesidad de mantener los pluses de dedicación exclusiva o los de peligrosidad (¿cobra un policía nacional 500 euros por ir al Príncipe como un local?, ¿se entiende el cobro específico para la UIR si no lo cobra la UPR?). Hay debates que no interesan, hay asuntos en los que nadie quiere mojarse, así que abandonamos una semana de temporal en la que cada parte ha demostrado hasta donde es capaz de llegar, mientras el auditorio, estupefacto, sentía bochorno por lo que estaba viendo.
“Consentimos las pitadas para no crispar a los sindicalistas”, dice la Ciudad para justificar la foto del jefe Sorroche tapándose los oídos y sonriendo mientras consiente lo que a otros no ha consentido. Los hechos nos escupen una realidad que a nadie escapa. Así se funciona en Ceuta, con grupos de poder que presionan, con gastos millonarios en horas extra que nos sonrojan, con un Ayuntamiento que se ve obligado a hacer un plan para controlar que sus trabajadores cumplan con su jornada laboral, con un anuncio de medidas restrictivas y recortes que hace saltar a los funcionarios y mete el canguelo a los que mandan... mientras el resto de la ciudadanía se ve asfixiada por la rebaja de sueldos, por los EREs, por los cobros tardíos, por las jornadas agobiantes ante las que no puedes protestar porque el jefe te manda a la calle para que engordes las listas del Inem. ¿Funciona el mundo de una manera para unos y de otra para el resto? La semana de la vergüenza se nos va.