En torno a lo ocurrido ayer en el interior del centro Mediterráneo cabe hacerse múltiples lecturas. A nadie escapa que un accidente puede suceder en cualquier momento, pero tampoco debemos olvidar que los vecinos llevan años denunciando la inseguridad en el entorno y pidiendo más presencia policial. Hubo quien, tras la última protesta vecinal del mes pasado, llamó chiquillería a lo ocurrido. Quizá no supo medir las protestas vecinales o no supo entender lo que quienes viven cerca del Mediterráneo llevan denunciando no meses, más bien años. Recuerdo que cuando llegué a Ceuta, a finales de los noventa, lo que ocurría en el entorno del centro ocupó más de un artículo. Ya por aquel entonces los vecinos alertaban de lo que estaba ocurriendo y ya por aquella época la Ciudad decía que lo iba a solucionar. Ya ven, han pasado años y todavía seguimos escribiendo las mismas protestas.
La política de menores es complicada, mucho, más si cabe en una Ceuta ubicada en plena frontera marcada por la imprevisión en las entradas. Pero sabiendo esto también debe pecarse de previsión garantizando una vigilancia adecuada. Y esto es precisamente lo que no se ha hecho. ¿Qué pedían los vecinos? Más policías. ¿Si los hubiera habido se habría frenado ese incendio? Claro que no, pero al menos se hubiera contado con más factores a favor y con algo muy importante: mayor capacidad de reacción.
Hoy tenemos que lamentar lo sucedido, pero sin que haya habido una desgracia por medio. La fortuna ha estado de este lado aunque nos ha mostrado la parte más vulnerable de un centro que, sencillamente, no puede seguir con las dotaciones que tiene.