Pedro!, me decía quien me parió, según vayas avanzando en edad te volverás menos impulsivo, más cerebral, comedido, te centrarás, verás que ¡todo lo que quieres o has querido no es posible, mi niño! He tenido el privilegio de ir llegando y los augurios y buenos consejos de esos “padres” no me han hecho mella, todo lo contrario, cada día me siento más rebelde con causa para serlo, más contestatario, más marchoso y menos santón de conveniencia, más excéntrico y periférico solidario con las desigualdades a esconder... ¡y no me digo y expreso más cosas por pura timidez que no ironía!
Me exaspera lo prohibido por cojones, porque lo digo yo y basta, los tabús interesados y creados, el culto al dinero, la procedencia y estatus en función de cuna, la hipertensión en consulta con mis dudas... y no te digo más por pura timidez y algo de ironía controlada, ¡tranquis!
Y es que quien ha mamado y salido de entre miserias, quien aprecia el valor de la humildad y el tesoro de la dignidad que argumenta tus indignaciones, quien fue becario por sus huevos aprendiendo del valor del esfuerzo tiene mucho camino ganado en su deseo del ¡café, leche, y agua.. y pastas para todos!, que está el patio muy mal “repartio”.
Mis décadas de contacto, de implicación en el movimiento vecinal nada doméstico, nada partidista, autónomo en sus plurales decisiones, superador de colores y de consignas, ¡ahí quedan!, en pequeñas conquistas sociales, de calle que me hicieron en despedida ciudadana, traerme en mis alforjas el respeto y la consideración, la amistad y el reconocimiento, el se nos va un buen compañero y mi mutuo reconocimiento. No se trata de curricularme a mi antojo ni columpiarme en demasía. Pero ¡somos tantos, son tantas las personas que han colaborado en el hacer país, construir ciudad, defender la memoria y los haceres de nuestros antecesores!, que uno ha de reclamar “los avances sociales con sus protagonistas colectivos”, menos prohombres e ilustres colocados, desde la libertad individual que me toca ejercer y proyectar.
Y cierto es que nadie es imprescindible y sin duda necesarios, pero eso tan meridiano y de cajón hay aposentados que no lo digieren, que se resisten creyéndose idiotizados por la vanidad, diocesillos sin conciencia de maldad, superiores en una escalera que han de bajar... ciclos, coyuntura, temporales, pasajeras.
Si quien pasea con orgullo y se enaltece de su pasado e implicación vecinal... ¡qué no decir de su vocacional dedicación profesional a la enseñanza!, del contacto diario con los chicos, con las familias, con los problemas, angustias, desdichas, deseos, ilusiones y logros. En verdad, la calle, el contacto directo te hace ser más consciente, más cercano y necesario... más si tú te lo crees y tu inseparable autoestima a alimentar.
Tuve la suerte y ocasión de decirles a quienes optaron por dedicarse a la POLÍTICA equivocadamente como profesión y no servicio, que esencial era el diálogo, el oír y no aparentarlo, valorar que lo que en principio no parece prioritario, para quien expone su problema lo es todo y merece nuestra consideración y nunca el ninguneo, la falsa promesa o evasión, tan practicada. Algunos compartían lo dicho en cosecha impropia, ejerciéndolo con hechos. Otros... sobreseído por si acaso.
Y es que "la dignidad no consiste en nuestros honores, sino en el reconocimiento de merecer lo que tenemos”, no queriendo entrar en ágora de presunta controversia con el sabio “Estagirita”, pa los amigos Aristos, de Aristóteles visitador de Mitilene.
Me decía, me exaspera confiando te apuntes al “somos” y que el “unos” sean cada vez menos, aunque escuche más que ecos, ecos llamándome cabronazo. Y yo, a ellos, ¡mil gracias por la deferencia desde mis diferencias! Un salud para todos, que “uno o somos vamos de generosos por la vida”, ¡qué se le va a hacer, uno es lo que es y sus circunstancias!.