La denuncia que hace el comité ejecutivo federal de la UFP es grave. Que un sindicato, desde Madrid, emita una nota en la que asegure que la Policía marroquí está empujando a los inmigrantes al mar no puede pasar sin que se produzca la oportuna reacción oficial. Y esa reacción debe venir desde arriba, desde los despachos de los madriles y no de una plaza de los Reyes que nunca se ha querido mojar en los asuntos migratorias, excusándose siempre en los ministerios.
UFP dice lo que dice porque, asegura, lo verifican agentes de la Policía Nacional que están en la frontera y que manifiestan que son los propios marroquíes los que les instan a los inmigrantes a lanzarse al mar.
Primero se está denunciando un chantaje en toda regla a España; segundo, se está poniendo encima de la mesa un atentado contra los derechos humanos. ¿Quién es responsable de la muerte de un inmigrante ahogado? Si analizamos la denuncia del sindicato y entendemos que los policías del otro lado instan a los inmigrantes a efectuar una travesía de riesgo... la conclusión es más que evidente... ¿cómo se llama?... ¿actuación temeraria no? Pues eso.
Cada país tiene la obligación de ejercer una serie de controles y no hace ni un mes que el Gobierno publicitó una serie de cumbres con sidi Mohamed de las que salió un titular: el vecino va a colaborar porque hasta ahora había estado muy entretenido con ese referéndum fantasma en el que hubo más votos que votantes y que sólo ha servido para que el rey marroquí se disfrace de progresista demócrata despegándose de la ristra de dictadores que le rodean y que han sido tan bien recibidos por nuestro gobierno, que de forma tan visceral vive eso de la democracia. Ya saben, el vecino tenía que dar excusas y España tenía que vendérselas a la prensa mientras la problemática de la inmigración sigue adelante, encarnada por personas que se dejan la vida en el Estrecho.
Moralmente hoy no se puede pasar por alto lo que dice un sindicato representativo de buena parte de policías nacionales. Si lo hiciéramos sería un escándalo y ya nadie podría hablarnos de derechos humanos, protocolos internacionales, leyes y demás. La respuesta debe ser seria, adecuada a la auténtica realidad que se produce, lejos de los oportunistas que nos trae el verano. Oportunistas con nombre y apellidos: en Melilla, con el señor Imbroda que habla de forma temeraria y falsa sobre la inmigración; en Ceuta, con un PP interesado en hablar de aluvión, psicosis, presión y demás, olvidando los tiempos de Calamocarro (¿qué término pondrían si tuviéramos las entradas que llegan a Lampedusa?, sólo de pensarlo... me entra pánico).
Seamos serios, no busquemos un agosto aburrido, caluroso para buscar protagonismos mediáticos y tratemos el asunto como se debe: con seriedad, con rigor y aclarando denuncias como la hecha por la UFP. Es el deber.