La organización, por parte de la consejería correspondiente, estuvo como siempre, impecable. Hasta que dieron las cinco de la tarde, cuando en avalancha, los responsables de la organización hicieron acto de presencia incomodando a los romeros que delante de la ermita estaban, unos cantando, otros charlando, en definitiva pasándoselo bien disfrutando de la romería y digo incomodando porque la gente estaba cómodamente sentados en sus sillas y obligaron, uno por uno, sin consideración, a levantarse de sus asientos porque había que recoger las sillas y el sombrajo.
Las cinco de la tarde no son horas de desmontar los servicios que se han puesto a disposición de la romería, porque la romería no es sólo una misa y un arroz y aquí se ha acabado. La gente sigue festejando, cada grupo como mejor le parece.
Antes estaban los pinos pero hoy todo el campo está acotado y el único lugar donde la gente puede estar a gusto es delante de la ermita con sus sillas y el sombrajo.
Si queremos que la romería de San Antonio sea concurrida y digna de nuestro Santo, no se puede desmontar el tinglado a las cinco de la tarde, porque a esa hora el sol da de plano y la gente, lógicamente, se tiene que ir a sus casas y la romería se convierte en un puro trámite.
Esperemos que para años venideros avancemos y corrijamos lo que no está bien.