Ahora es el Tribunal Constitucional el que nos da la sorpresa admitiendo a trámite el recurso interpuesto por Comisiones contra la sentencia del TSJA que amparaba la resolución dictada por don José en las manifestaciones de parados. De momento no hay más que una admisión a trámite, cierto, pero ya es un paso el dado por la justicia al interesarse por el posicionamiento que tuvo el TSJA y la relevancia constitucional que puede tener el caso.
La conjugación de derechos, libertades, deberes, políticos y justicia no siempre es acorde. Y en Ceuta mucho menos. Las últimas resoluciones que se ha sacado de la manga la administración central han chocado con la justicia. Pasó con el control sobre los subsaharianos que mostraban su ímpetu a cartonazo limpio por la ciudad. Y está pasando con el control que se dio sobre los manifestantes que le salieron rana a la administración solicitando trabajo a golpe de tambores y vuvuzelas.
A la administración la ponen contra las cuerdas los propios ciudadanos y ésta actúa con resoluciones nacidas en un estado de nervios que a más de uno le ha pillado en calzones porque hizo tarde sus deberes. El grano antes de salir molesta, y la rojez te avisa de la posterior erupción. Todo depende de cómo lo trates para que el efecto sea mayor, menor, más o menos estético.
En el dictado de las resoluciones ha pesado mucho los personalismos y la búsqueda de calladas rápidas. Sucedió en el tema de los subsaharianos y ahora nos tragamos una advertencia en toda regla del Defensor del Pueblo, que se encarga de poner colorados a los que consideraban que los portadores de tarjetas amarillas no debían marchar a la península. ¿Ahora qué? Nada. No hay portadores, no hay tarjetas y sólo queda el poso de vergüenza de quien quiere tenerlo.
En el caso de los parados, la justicia, a través del Constitucional, todavía no se ha pronunciado. Por eso es pronto para emitir conclusiones, aunque eso no impide reflexionar sobre lo inapropiado de las quejas de una serie de personas que por defender sus derechos invadieron las libertades del resto. Y eso es algo que nadie puede negarlo, ni el propio Constitucional si es serio.