Descubrir los secretos de una existencia plena. Jugar con el corazón de las personas en cuyo interior anida la semilla de la generosidad. Eso perseguimos, eso es lo que pretendemos en ACEFEP con su primera cena benéfica. De todas las sensaciones que llenan el paladar de los sentidos, quizá sea la de sentirse solidario la que ofrezca más matices y beneficio.
Dirijo mi mirada hacia ese sábado mágico, el día de la cena, cuando en compañía de amigos rompimos los límites de lo humano, para adentrarnos en el valle donde no existe la enfermedad. Cuando un pueblo se une en torno a una causa se torna invencible, inatacable, imprescindible, infinito, esencial. No vuelvas tu mirada.
¿Cuántos, de los hombres que fueron, dejaron de sonreír por sufrir una enfermedad mental? Los números no callan, y sin embargo, el silencio envuelve a los hombres en el baile de la indiferencia.
Probemos el elixir de la vida en la cena de ACEFEP. Por cien años durará la resaca, y como dormidos, soñaremos con el misterio de lo real. Entre notas musicales bailaremos la danza, no de lo efímero, sino de lo inmortal.
¿Por qué? El local de Acefep es pequeño, pero grandes son sus ideales. Con tu aportación puedes hacer que sus talleres y oficios se perpetúen en el tiempo. Con tu aportación puedes hacer que el sol salga de nuevo, pero no de cualquier forma, sino de forma altiva, alegre y satisfecho.
La vida te da unas cartas; los amigos te dan consejo. No te pierdas nuestra alegría, nuestro tesón, nuestro esfuerzo.
“¡La enfermedad mental no existe, no es tal!”-dijo el curandero. “¡Es sólo un reflejo!”. La verdad es otra: sufrimos por dentro.
Es del bueno deshacer entuertos, dijo el maestro. El que aquí se lidia es claro como el cielo: ayudar a que las personas con enfermedad mental tengan un rincón, tengan un hueco, a que salgan del olvido, a que tengan un techo.
Labor pequeña no hay, pues amor hay en los dedos. Más que el taller de manualidades parece el taller de la ilusión, por como disfrutan sus miembros. Allí, Adrián siempre pregunta: “¿Chari, está esto bien hecho?”.
Cada átomo de vida contiene el soplo de lo nuevo, como el cuadro de Andrés Peña esconde el secreto de lo añejo. Como colofón sortearemos una obra de este artista puntero, cuyos colores dejan el regusto del incienso, y donde el rigor y la quietud nos trasladan en el tiempo.
Para terminar, diré que este artículo iba destinado a promocionar la venta de entradas, pero tenemos que comunicar que el aforo se ha completado. Sólo queda informar que aquél que quiera colaborar, aún sin asistir, existe la mesa 0. Aceptamos su donativo en cualquier sucursal de la Caixa bajo el concepto “Cena benéfica Acefep”.
Es del bueno dar las gracias por anticipado. Hasta el sábado, cuídense.