La compra-expropiación del Cine África pasará a la historia como uno de esos esperpénticos chantajes consentidos a los que nos tiene acostumbrada la clase política. Urgía la expropiación de los terrenos porque, se supone, urgía la construcción del Palacio de Justicia. Así que comenzó una carrera a lo loco por conseguir un terreno privado, forzar a sus propietarios a emprender un camino de negociaciones siempre amargo para, al final, apropiarse de una parcela en la que, hoy, si hubiéramos hecho caso a las promesas, ya estaría levantada y requetelevantada esa anhelada ciudad de la justicia. No ha sido así, y tendremos en donde estaba el viejo cine una torre de pisos de esos con vistas al mar de las que se saca un buen negocio adelante. La gestión política que se ha llevado a cabo en toda esta historia ha sido nefasta y así debe ser recordada. Primero porque ha venido marcada por un engaño, ya que las promesas nunca fueron reales. Después porque ocultaron hasta el último momento la verdadera intención: ¿a cuántos enfrentamientos esperpénticos hemos asistido entre Delegación y Ciudad sobre este asunto? Que si falta un papel, que si falta un permiso... y así pasando los años cuando el viejo cine estaba llamado a servir de promoción urbanística e inmobiliaria.
La actuación política ha sido nefasta hasta el final. En el derribo del local nadie ha reparado en el material histórico que había en su interior. Años y años de abandono, llega el derribo y nadie se percata de que dentro estaba, aún viva, la historia del cine: aparatos, documentos... todo se ha perdido. ¿Saben cuál es la respuesta de la Ciudad? Que ellos habían comprado el edificio, no lo que había dentro. Pues vale, ¿a quién le damos el premio a la insensatez? Porque premio hay que darle a alguien... ¿para qué servirá el área de Patrimonio?
Tampoco ha existido interés alguno en apostar por la rehabilitación. Eso no es negocio, y tener este auditorio no entraba en los planes con una Manzana delante por potenciar, podrida pero por potenciar, a la que ahora se le viste de gala pensando que con tanta farándula se olvidará esa conciencia social de lo que esta gran obra ha supuesto para los bolsillos de algunos ya desterrados.
Le hemos fallado al Cine África, que forma parte ya de una historia plagada de engaños, mentiras y lo que nunca llegaremos a destripar.