Los compromisos electorales se traducen en anuncios de obras a las que se les pone una fecha de inauguración sólo para que los mandamases se luzcan y tengan su cuota periodística de protagonismo, cuando en realidad esconden una de las grandes miserias que rodea la vida política actual: el ego, elevado a niveles tan sorprendentes como insultantes, que lleva a las autoridades a caer en un ridículo continuado. Sin ir más lejos esto es lo que sucedió con la inauguración del parque de San Amaro. Por narices tenía que estar abierto al público el día de la Mochila. Lo ocurrido meses atrás no importaba; que la empresa adjudicataria no hubiera cumplido los plazos, tampoco; que el olvido hubiera marcado el desarrollo de la obra hasta que alguien se acordó de que San Amaro existía, mucho menos. Así nos topamos con que los días previos a la mochila durante el día y la noche los trabajadores desarrollaron todo tipo de funciones, echando horas extra incontables que, luego, pasarán su oportuna factura. El 1 de noviembre hubo foto, hubo visita al parque, y hubo cumplimiento de promesa. Pero se tapó toda la ristra de errores cometidas por garantizar ese compromiso electoral. Un solo columpio para cientos de niños que acuden cada fin de semana al lugar. Papeleras que se llenan al momento porque se ha optado más por lo estético que lo práctico. Ancianos que andan todavía buscando el banco que tenga el respaldo de toda la vida. O fuentes que con el ponientazo de turno terminan regando a los viandantes. Y mucho futuro: se nos dice que ‘en breve’ estará la nueva zona de juegos, que también ‘en breve’ se avanzará en la segunda fase, y que ‘en breve’ habrá aparcamientos. Ese ‘en breve’ tendrá su oportuna fecha señalada en el calendario: la más cercana a las elecciones para volver a conseguir esa cuota de popularidad gracias a un parque tan emblemático como San Amaro. Cabría preguntarse qué interesa más a los gestores públicos: ¿la foto o la actuación que beneficia al ciudadano? Está visto lo que interesó la pasada mochila, pese a quien le pese.